Nadie debe estar por encima de la ley

Todo estudiante de leyes, desde el inicio de la carrera, sabe que esta es una máxima que debe cumplirse, que se repite con frecuencia a lo largo de todos los estudios, y sabemos que, en cualquier país, en cualquier sociedad organizada: nadie debe estar por encima de la ley.

También lo oímos en la vida diaria, y así debería ser. Los marcos jurídicos deben respetarse, la ley no puede hacerse para unos y evitarse por parte de los otros, ni siquiera las autoridades deben pensar que están exentos de cumplirlas.

Sin embargo, a lo largo de la historia de la humanidad, vemos como personas que obtienen el poder, que son elegidas autoridades, se desbordan, piensan que la ley es para los otros y no para ellos, que pueden burlarla cuantas veces quieran y que para ellos existe impunidad, aun a costa de que van socavando esa fe en las instituciones y en la democracia, que tan importante es para la vida de las personas.

También los delincuentes que están en las prisiones tienen un atisbo de ello, aunque muchas veces las penas impuestas no se compadecen con el verdadero volumen del delito cometido; en todo caso, hay un principio de punición para quienes no cumplen el marco legal de un país determinado.

Pero cuando vemos a tanto delincuente, ojo, no solamente en nuestro país, sino también en muchos lugares del mundo, haciendo gala de su impunidad en calles, plazas y avenidas, en puertos y aeropuertos, y demostrando que tienen fortunas mal habidas, nos preguntamos qué pasa con el imperio de ley, dónde está el ejercicio del derecho.

La verdad es que estas situaciones causan indignación y se tiene cada vez menor fe en un sistema que mira y tasa con doble rasero a los ciudadanos de un país. Por ello pensamos que lo que existe es ya una descomposición social que a nada bueno conduce.