Mílica Pandzic
Por mucho tiempo, la situación de Venezuela ha sido uno de los temas más divisivos en las elecciones ecuatorianas, y los dos partidos políticos que lideran la intención de voto, ADN y la Revolución Ciudadana, han tenido respuestas diametralmente opuestas frente a la situación política de dicho país.
Como era de esperarse, el 28 de julio pasado, el líder de la Revolución Ciudadana y expresidente, Rafael Correa, celebró el “triunfo” de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales, y los asambleístas de dicho partido se negaron a rechazar el fraude electoral. Además, la candidata presidencial Luisa González trató de minimizar la situación con un “allá Venezuela y su sistema político”. Como he dicho antes, es difícil considerar a la Revolución Ciudadana como una opción beneficiosa para el país cuando sus acciones e ideas siguen caducamente alineadas al autoritarismo. Y su apoyo a la dictadura venezolana es una de las mayores señales de alerta.
Por otro lado, el presidente-candidato de ADN, Daniel Noboa, reconoció a Edmundo González como vencedor de las elecciones del pasado 28 de julio. Esta semana, el mandatario ecuatoriano se reunió virtualmente con el opositor venezolano y con María Corina Machado, reiterando que “Ecuador no será indiferente ante lo que vive Venezuela”. También indicó que: “A quienes aún defienden el régimen de Maduro, les recuerdo que la historia siempre pone las cosas en su lugar”.
La posición de Noboa es la correcta y refleja lo que se esperaría de cualquier demócrata. No obstante, casa adentro, sus acciones no han sido tan democráticas ni respetuosas de la Constitución. El mismo hecho de que Noboa sea presidente-candidato, sin pedir licencia, negándose a reconocer y encargar el poder a su Vicepresidenta es uno de los varios ejemplos que dejan en duda su compromiso con la democracia. Al parecer le es fácil apoyar la democracia de palabra y a lo lejos, pero no con acciones cuando le corresponde como Presidente.