Mildred Molineros
Hace unos días, luego de asistir a una clase muy interesante de formación de mujeres en Juntas Directivas, un destacado profesor nos invitó a reflexionar sobre lo que significa: ser, hacer y tener.
La mayoría de las veces nos enfocamos solamente en el hacer: en lograr objetivos, cumplir tareas, alcanzar metas. Pero si actuamos sin detenernos a mirar quiénes somos y qué nos mueve, corremos el riesgo de vaciarnos de sentido.
El verdadero liderazgo empieza mucho antes de la acción: empieza en el ser. Primero necesitamos ser (identidad y valores): conocernos, saber qué queremos, qué nos impulsa, qué principios nos sostienen.
El ser define la raíz de nuestra acción. Luego viene el hacer (acción consciente): pero no cualquier hacer, sino uno que nazca de nuestro ser auténtico. Cuando actuamos desde quienes somos de verdad, ponemos el corazón en lo que hacemos, y eso se refleja en la pasión, la coherencia y la calidad de nuestras acciones.
Y finalmente viene el tener (logros y resultados): los frutos que cosechamos no son casuales. Son la consecuencia directa de un ser sólido y un hacer consciente.
Tener no se trata solamente de éxitos materiales, sino de construir resultados sostenibles y valiosos, tanto en lo profesional como en lo humano. Estos tres elementos son interdependientes. Nuestro ser influye en nuestro hacer, y nuestro hacer determina nuestro tener. No podemos esperar resultados extraordinarios si no cultivamos primero un ser íntegro y un hacer significativo.
Ser, hacer y tener. Estas tres palabras no solo nos transforman como personas, sino que constituyen la esencia del liderazgo que hoy necesitan los directorios: miembros íntegros, conscientes de sí mismos, capaces de actuar con propósito y construir logros que dejen huella duradera.