Mi papá quinde

“Mi papá amasó tiernos panes/ y nos crió con las notas/ de su guitarra impecable./ Mi papá venció su soledad/ con murallas amorosas,/ se hizo bosque protector,/ abrazo de sol,/ aprendizaje,/ semilla permanente,/ sigse de cometa./ Mi papá nos cobijó/ con el tesoro planetario de sus libros,/ y nos obsequió crayones,/ libretas, pinceles,/ papeles brillantes,/ casitas recortables,/ celofanes, plastilinas y todos los insumos diarios/ para diseñar el alma./ Mi papá, refugio y fortaleza,/ Siempre hombro en el lugar exacto./ Mi papá, madrugada,/ risa, y corazón de barrio quiteño./ Mi papá se hizo quinde/ eterno visitante del jardín amado,/ Vestido llega de zamarrito pechinegro,/ de quinde colilarga,/ de colibrí pico de espada./ Mi papá quinde/ aletea sus microprismas luminosas/ y su amor inquebrantable/ vive en su tornasolada joya”. Hace pocos años publiqué este poema para mi extraordinario padre y hoy se lo dedico a todos los padres que, a pesar de la pandemia, son fortaleza, dedicación y amor para su familia. Padres que son padre y madre, hermanos que son como padres, tíos que son más que padres y abuelos que son como papás.

En el sentido bíblico, la definición de padre aludía a “una persona que actuaba con bondad paternal, o como un guía o maestro… En sentido especial se representa a Dios el Creador como un Padre”. Si el legado de un padre es el patrimonio, como dice la etimología del latín patri moniunm, es decir lo recibido por el padre o pater, deberíamos cuidar con amor toda la herencia de enseñanzas y testimonios de vida recibidos de nuestro progenitor, pero, además, deberíamos valorar la herencia de todo nuestro bagaje cultural e identitario, ese que nos transmitieron en casa con sus pasillos, albacitos, y yaravíes, con su decires o leyendas y que luego se nos amplió en los libros con el conocimiento de la historia y el acervo de la memoria colectiva que aún está en los susurros de calles, plazas y en algunos álbumes de fotos.

Películas como Yentl, Coco o Nemo me recuerdan el amor paternal universal como hilo conductor. Gracias papá, quinde equinoccial.

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