Mi maternidad política

La maternidad debe ser deseada, responsable y feminista, es decir libre de imposiciones y estereotipos. Es hora de politizar la maternidad. Más allá de lo que la naturaleza nos regala a los cuerpos de las mujeres, es importante situar en el debate de la agenda pública la importancia de las maternidades libres y equitativas, que impactan tanto en el desarrollo de nuestros hijos, como en el desarrollo productivo con el aporte de las madres.

Yo decidí ser mamá. Lo hice después de cumplir 30 años, mi esposo y yo lo quisimos siempre, pero estaba claro que sería en mi vida y en mi cuerpo el mayor impacto.  Creo en la crianza con apego, es decir estar presente, ser parte del crecimiento priorizando lo más natural en los primeros años de vida. Y en ese proyecto de vida, no quise renunciar a mi vida profesional, pero ese camino tiene muchos obstáculos. A diferencia de lo que se escucha sobre el trabajo entre mujeres, en mi experiencia, han sido siempre las mujeres jefas, colegas y subalternas las que han respetado mis espacios asociados al cuidado de mis hijos, obviamente también hay hombres que apoyan las jornadas laborales compatibles con la crianza y la ponen en práctica, pero a muchos todavía les cuesta trabajar con mujeres que desafiamos las estructuras.

Pero más allá de los relatos personales, la realidad es más compleja: muchas mujeres no tienen la posibilidad de decidir; y la relación de su maternidad con lo laboral está asociado a la supervivencia y esta reflexión no toca siquiera su puerta. Por eso la maternidad debe elevarse a una discusión política, una mirada íntegra desde el Estado del impacto de la maternidad en el desarrollo de una sociedad.

También es el momento para abrir el debate sobre el derecho de los padres a cuidar a sus hijos. Todo derecho acarrea una obligación. Ampliemos la discusión.

La división sexual del trabajo en el mundo laboral y en las relaciones familiares perpetua la desigualdad. Y en la desigualdad todos perdemos.