Mentiras impuestas

Manuel Castro M.

El Socialismo del Siglo XXI sigue con sus tácticas veladas y tramposas. Por invitación del presidente Lula, de Brasil, se han reunido los presidentes sudamericanos. La intención aparente de esta cumbre es integrar a los países de esta región y retornar al diálogo.

En el fondo la intención es legitimar a Maduro como presidente de Venezuela, ayudarle a salir del descalabro, sin afectar la permanencia de ese gobierno entre semisocialista, populista, y antidemocrático. Para ello, sin despeinarse, Lula afirma que hay que descartar la “narrativa negativa” que se hace de la situación de Venezuela, además lo recibe con honores, abrazos y sonrisas. Intenta hacer olvidar que en ese país hay presos políticos, elecciones amañadas, violación de los derechos humanos, pobreza y miseria.

Tales declaraciones y actitudes han causado malestar en varios mandatarios de la región, pues han afirmado que no es narrativa en contra lo que sucede en Venezuela, que lo cierto es que no hay verdadera democracia en esa nación. El presidente Lacalle de Uruguay de frente condenó tal aseveración de Lula por falsa, que la situación adversa de Venezuela es una realidad indiscutible. También el presidente socialista de Chile, Boric, sostiene que Lula está desinformado, que a él le consta la desesperanza y dolor de los venezolanos que han huido de ese país. Lasso también se sumó a tal observación pues consideró que no se vive auténtica democracia en Venezuela. Los corifeos callaron, ante tal desacierto de Lula, que tendrá costo, desprestigio y decepción para su imagen de presidente democrático.

Pero a Lula y al Socialismo del siglo XXI no les importa, no reconocen los hechos; lo que quieren es hacerle un ‘pasito’ (posición de Petro) a Maduro, ayudarle en una negociación, no a una transición con elecciones claras y transparentes, evitar un diálogo serio, que intentan Estados Unidos y la Unión Europea. Finalmente evitar las sanciones por gravísimos crímenes individuales, inclusive de lesa humanidad, no solo que se levanten las sanciones colectivas.

Al acecho para aprovechar la trampa de la supuesta unidad de Sudamérica están López Obrador (ahora injerencista), Cuba y Nicaragua, que ansían contar con la ingenuidad de los países de esta región.