Médicos al desempleo

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Emilia de 4 años y Sebastián de 2 son los hijos de Pedro y Alicia, una pareja de jóvenes médicos especialistas que terminaron sus posgrados al inicio del COVID -19. Por méritos académicos, ella ganó una beca en uno de los hospitales de la Seguridad Social, lo que le obligó a devengar en el H. del IESS declarado (COVID) sus estudios de posgrado. Él, se financió por su cuenta y se ubicó en una plaza del H. Eugenio Espejo, sueldo con el que paga mensualmente el valor de los estudios de especialidad.

Los peligros de contagio de la pandemia les obligaron a separarse de sus hijos y sus familiares. Los niños, de la noche a la mañana, perdieron a sus padres y quedaron al cuidado de sus abuelos. Sus progenitores estaban en las salas de aislamiento, curando a decenas de pacientes que de manera imparable llegaban contaminados. Todos los días fallecían unos y se salvaban otros. Varios colegas se contagiaron, algunos murieron. En el hospital había que paliar los fatales síntomas de los enfermos. Sus rostros se marcaron por las 24 horas de presión de las ligas de las mascarillas y equipos  de protección. Vivieron la muerte en vivo, en sus ojos y en sus manos; sufrieron la desesperación y la soledad de los aislados. El descanso fue una quimera.

La Ley Humanitaria con justicia ofreció estabilidad laboral para quienes trabajaron en primera línea del COVID-19, pero varios médicos que no estuvieron ahí han recibido ya nombramientos definitivos, gracias a estudios inexactos, irresponsabilidades, palanqueos tal vez o simple injusticia y muchos, que merecían de sobre manera, como Pedro y Alicia, a partir de diciembre serán desvinculados de sus trabajos, y a su suerte verán cómo sobrevivir, serán desempleados.

Han pasado más de dos años de esta pesadilla y ahora no importa ya el dolor de cientos de enfermos, las muertes, los esfuerzos de los galenos, la vida que se jugaron; ya nada importa.

El gobierno no puede pasar por indolente. Debe intervenir inmediatamente para remediar esta injusta sinrazón que perjudica a los médicos que arriesgando su vida, separándose traumáticamente de sus familias, salvaron a tantas personas y hoy tienen como destino inmediato el desempleo y las deudas a cuestas.

Ahora es cuando los asambleístas que viven de las pueriles discusiones, que obstaculizan a su antojo la gobernabilidad, deben reivindicarse en favor de estos prestadores de la salud a quienes se les está vulnerando sus derechos laborales y humanos. De lo contrario, los ecuatorianos todos, los grupos de presión, los indígenas y quienes que fueron beneficiarios de su atención, levantarán su voz, clamando justicia para los médicos.