McDonald’s en Corea del Norte

El gobierno de Guillermo Lasso es rehén de un modelo institucional que no tiene ninguna afinidad con su ideología ni con su concepción de aparato estatal. Por esto, a pesar de muchos intentos y de recurrir más de una vez a “arreglos” y adaptación, ha llegado a un punto de ruptura que ya no le deja con muchas alternativas. Ha llegado la hora de tomar decisiones drásticas y contundentes.

Y si bien la mayoría de aliados y expertos políticos ven en la muerte cruzada la única salida a este bloqueo institucional, también es cierto que los más experimentados señalan que la muerte cruzada sería el suicidio político de Guillermo Lasso quien debería enfrentarse, demasiado pronto, a nuevas elecciones y a una humillante derrota. El actual gobierno, por ende, se volvería uno de los regímenes más efímeros e intrascendentes de todos los tiempos.

A Lasso solo le queda la receta correísta, que tal vez siempre fue su plan A: ir a consulta para llamar a Asamblea Constituyente, deshaciéndose de manera muy elegante de la Asamblea, para luego plantear una nueva constitución que le permita desarrollar y llevar adelante su plan de gobierno. Dentro de la consulta puede, además, plantear más temas de interés nacional que podrían contar con la respuesta favorable del pueblo.

Pero, ante un plan tan ambicioso, debe empezar la campaña electoral tal como lo viene haciendo la Asamblea Nacional, que no concede amnistías ni alzas de salarios solo porque sí. Es muy probable que desde el Legislativo ya sepan lo que quieren lograr.

El Presidente cuenta desde hace rato con la autoridad suficiente más no con la voluntad para implementar políticas públicas que puedan devolverle la confianza de la población. Solo debería empezar a actuar y, por ejemplo, hacer obras, sacar a militares y policías a las calles para poner mano dura contra la delincuencia y, por último, reconsiderar los temas de subsidios a los combustibles. Esto le proporcionaría gran apoyo.

De otra manera, el futuro, además de ser incierto, es bastante negro por el actual Ejecutivo, que hoy se parece a un McDonald’s en Corea del Norte: muy productivo y eficiente en principio, pero en un medio en el que no puede  subsistir.