Lenin Moreno Garcés fue para muchos el peor presidente de la historia del Ecuador en sus últimos 40 años y para el correísmo es un traidor.
Era, por un largo tiempo, un militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria -MIR-, y fue Vicepresidente de la República en el gobierno de Correa. Durante muchos años fue miembro activo de la Revolución Ciudadana. En el poder comenzó sus críticas contra Correa porque no encontró ‘la mesa servida’ sino deudas y carencias enormes de fondos públicos, y muy temprano abrazó la derecha neoliberal, convirtiéndose en acerbo crítico del llamado ‘socialismo del siglo XXI’.
Rompió con Venezuela, entregó el Ecuador a los intereses de Estados Unidos y abandonó UNASUR y ALBA. Al mismo tiempo entró en una espiral de desempleo, de pobreza y extrema pobreza. La pandemia agudizó la crisis.
Llegó el proceso electoral y hubo denuncias de fraude. La larga disputa terminó con un Consejo Nacional Electoral cuestionado, desprestigiado, del que salió el candidato Guillermo Lasso para intervenir en la segunda vuelta electoral, una vez que se deshicieron del candidato de Pachakutik, Yaku Pérez. Y Lasso ganó en la segunda vuelta y asumió el poder el 24 de mayo pasado. El Ecuador entra, quizás, en la peligrosa etapa del neoliberalismo radical, en su más honda aplicación.
Comenzaron las protestas. La clase desclasada del volante semiparaliza el transporte, indígenas exigen la derogatoria de decretos relacionados con los combustibles y el pueblo espera resultados para su beneficio.
Los periodistas y sus organizaciones reclaman sus derechos y exigen correcciones en el proyecto de Ley de Comunicación que contemple la plena vigencia de la Ley de Ejercicio Profesional de Periodista. ¿Acaso el flamante Presidente no propuso diálogo?