Martín Riofrío Cordero
Javier Izquierdo, además de un gran lector de literatura, es un cineasta que ha hecho de lo literario y de lo historiográfico materiales centrales para su producción cinematográfica. Previamente ya lo había hecho en el 2016, con ‘‘Un secreto en la caja’’, película donde a través del falso documental sigue la supuesta historia de Marcelo Chiriboga, este escritor ecuatoriano inventado por Carlos Fuentes y José Donoso, dada la ausencia del Ecuador en el boom latinomericano.
Esta semana vi ‘‘Barajas’’, su última película. En ella, habla de los cuatro escritores que murieron en el accidente del vuelo 011 de Avianca en Mejorada del Campo, zona cercana al aeropuerto de Barajas, en Madrid. Ellos: Ángel Rama, crítico literario uruguayo, Marta Traba, novelista y crítica de arte argentina, Manuel Scorza, novelista peruano, y Jorge Ibargüengoitia, escritor mexicano, se disponían a viajar a un congreso de arte y literatura en Colombia, cuando poco antes de aterrizar en la capital española, el piloto perdió contacto con la torre de control y ocurrió el accidente.
La película, que es también una especie de documental, más que hablar de la tragedia, indaga en los puntos en común que tenían estos destacados escritores e intelectuales. Sus opiniones, puntos de vista. Para ello, juega con archivos de programas de televisión, entrevistas, obras y diarios personales, para establecer la línea de toque entre los cuatro. Lo más importante: su preocupación por la situación latinoamericana.
Aparecen, por ejemplo, apuntes de los ‘‘Diez problemas para el novelista latinoamericano’’ de Rama, fragmentos de Historia del arte moderno contada desde Bogotá (programa presentado por Marta Traba), de ‘‘Maten al león’’ y ‘‘Estas ruinas que ves’’ (adaptaciones al cine de dos obras de Ibargüengoitia), y entrevistas a Manuel Scorza y a su hijo.
Todos estos archivos, que no mencionaré a detalle para no adelantarme a quienes tengan la oportunidad de ver ‘‘Barajas’’, nos revelan algo preocupante: Latinoamérica, y en especial sus países menos desarrollados o problematizados, sigue estando en un estado bastante similar al del siglo pasado.
A menudo hablamos de las consecuencias de la colonización y del imperialismo como problemas superados o cercanos a superar.
Pues no: siguen estando presentes y muy vivos. Solo que ya no se muestran por medio de dictaduras militares o gobiernos totalitarios, sino a través de estados frágiles y ausentes.