Mariasol Pons
La presión en Venezuela continúa. Una lucha tremendamente valiente y riesgosa se lleva a cabo en ese país, quienes se oponen a la putrefacción del régimen arriesgan todo. El mundo continuamente se parte ante la dicotomía de ser lo que es o ser lo que quiere ser. Así los regímenes que respetan las formas, que respetan… se ven entrampados en mecanismos oficiales respetuosos que terminan por dar espacio, por contraste, a los mecanismos efectivos de los regímenes que no respetan nada. Solo así se explica la presencia, claramente denunciada, de equipos paramilitares secuestrando y asesinando gente en el vecino país. Solo así podemos entender por qué a Venezuela no ha entrado una fuerza que haga contrapeso a la del régimen y sus acólitos.
Es fácil hacerse el ciego cuando el problema está en Medio Oriente, pero no debe ser tan fácil cuando la matanza es a dos puertas de tu casa. Un detalle, el tema es mucho más grave que de fuerza, es de precedente, de lucha de principios, de inteligencia estratégica, de no caer en las trampas del viejo discurso de la “invasión del imperio”. Una claqueta que ha costado millones de dólares y demasiados años de vida. Resulta que todo depende de un hilo de resistencia y los imprevistos de la vida que terminan por marcar la historia de todos, más todavía de quienes luchan activamente por cambiar la cosa pública. Esa cosa pública que tanta apatía produce por su manera ilógica de operar y que resulta en un peso inerte en la vida ciudadana. Solo que es esa misma “cosa” la que permite o castiga la vida ciudadana. Como vemos hoy en la lucha campal que se da en cada esquina venezolana y en la diáspora a quien no se le permitió participar del ejercicio electoral.
Es fundamental el apoyo que demos a la lucha de la libertad, a la guerra de las ideas, al seguimiento del manejo de la cosa pública porque en ella está nuestra vida como tal. Hacerse el ciego es cómodo y la comodidad tarde o temprano llega para cobrar factura. Persiste CON VZLA #HASTAELFINAL.