Maquiavelo de bolsillo

La inesperada llegada de la variación del virus denominado Ómicron y el uso que hace el gobierno de un Maquiavelo para principiantes merecen un par de reflexiones. Los cambios genéticos y la circulación de la nueva intensidad del coronavirus no pueden ser más siniestros en la población que la falta de medicamentos en hospitales de su seguridad social. Ni con el pago de más bonos a personas en extrema pobreza se puede garantizar la inmunidad de las vacunas, una bioseguridad efectiva y reducir el amontonamiento de gente durante las desmesuradas fiestas de diciembre.

Ómicron tendrá secuelas espinosas a inicios de 2022. Fenómeno mundial no tan histriónico como la ignorancia y mediocridad de mantener un poder legislativo insensato con el pueblo que lo eligió. Es condenable el episodio de aprobar un alza tributaria por falta de votos conscientes para su archivo. Amenaza que puede extinguir a la clase media. En pandemia más impuestos caricaturizan un revólver cargado apuntando en la sien de los contribuyentes. Pero, el problema humano es más profundo.

Las ideas políticas de Nicolás Maquiavelo (1469-1527) admitían que la maldad humana se corregía por medio de las instituciones cuya prioridad partía del interés público antes que del privado. Decía: ‘el fin justifica los medios’ porque un príncipe o legislador no podría ser amado y temido a la vez. ‘La generalidad de los hombres: ingratos, volubles, simuladores, cobardes ante el peligro y ávidos de lucro’ exige tiranía. De ahí la perversidad del príncipe, los pactos incomprensibles, la anarquía recreada y esa acción política caótica para no dejar de ser temido; hoy, aprovecharse del matiz de una peste.

¿Cómo es posible subir impuestos, no cobrar a los deudores del IESS, desabastecer hospitales y no detener la violencia enloquecida y despiadada en cárceles y calles? ¿Negociar con mafias y capos la impunidad de saqueadores y criminales? Acaso ¿el arresto domiciliario de Jorge Glas o la extradición de ‘Baby Yunda’ desde Argentina; pero, sin mencionar a la cúpula de la banda y los líos de jerarcas del correísmo? ¿No es un problema ético esparcido que los legisladores mantengan un diezmero en sus filas como si nada? ¿Y que se altere la cultura tributaria sin consentimiento siquiera de los gobernados? ¿Participación, manipulación, persuasión y conquista, según Maquiavelo?

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