Manuel Castro M.
A raíz de los resultados presidenciales últimos en el Ecuador a gritos se pide la unidad de todos para que el país avance, solucione en lo posible sus limitaciones de seguridad, pobreza, salud, educación, falta de empleo. Ya en la arena política analistas democráticos cuestionan casi todas las medidas. Lo cierto es que el aún poderoso correísmo ha proclamado la “resistencia”, que en palabras morochas es lograr el fracaso del Gobierno. Internacionalmente Maduro, Ortega, el tapado cubano disienten con el Gobierno del Ecuador y con el sistema democrático. Aún más la gobernante de México se suma al Grupo de Puebla, que se denomina progresista, pero que es una hipócrita mezcla de marxismo y populismo. Los restos del socialismo, Iza y algunos ansiosos de figuración ya combaten al Gobierno que se iniciará el próximo 24 de mayo. No hay enemigo pequeño en una Nación con crisis económica y ética.
En términos generales “unión” significa la acción o resultado de juntar, combinar o conectar dos o más elementos para formar un todo. El Presidente de la República en principio no está solo, al carro del triunfo se unen muchos, sinceros unos, oportunistas otros. Lo grave es que escuche solo a los propios, a su círculo cerrado. La experiencia le enseñará que un verdadero estadista únicamente escucha al pueblo y señala metas por las que lucha incansablemente. Unas veces le agradece la multitud, otras le demanda mucho más de lo posible. La Historia, que aún es lejana para nuestro gobernante, le juzgará. Mientras tanto, a pesar de los manifiestos enemigos, de envidiosos y críticos poco realistas, mantiene intacta la esperanza. La juventud se irá, las obras quedarán, obras doctrinarias, físicas y espirituales. Un buen Gobierno no solo administra bien el Estado sino que lo guía, con su ejemplo, sin mesianismos o soberbia.
En este mundo vivimos proclamando amor. Lo prueban los nobles discursos por las acciones positivas por los pobres del fallecido e ilustre Pontífice Francisco. Se olvida que pontífice viene de “puente”, algo que une, pero que tiene que ir a algún lugar. Sin embargo, en el país hemos llegado a la polarización y en el mundo a la guerra. El solucionar la pobreza ha quedado para el discurso, para obtener votos. A menudo ciertas mentes elogian falsamente como algo ennoblecedor la pobreza, por supuesto no son los que la viven.
La quimera es aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo. El pueblo sensato y razonador es el que debe estar unido. Las ilusiones o quimeras son flores de un día, solo el trabajo, la visión a largo plazo, una energía incansable y ética, harán grande y justo a nuestro país.