Los seres olvidados

Es inaudito tratar de hacer de la violencia en las cárceles en el Ecuador un asunto político simplemente para desprestigiar al Gobierno. Con actitudes así se sirve a las bandas delincuenciales que pretenden crear inestabilidad para seguir controlando el mercado interno del consumo de drogas. El tema penitenciario es un sistema que la mayoría desconoce pues considera que solo la escoria está en las cárceles, cuando es un problema terriblemente humano y global, tanto que hay violencia en todas las prisiones latinoamericanas.

Algunos factores de tal violencia  no se pueden eludir: el hacinamiento, la superpoblación, la corrupción de ciertas autoridades, la incuria y lentitud de los jueces en los procesos penales, el no atender las necesidades básicas de los presos, salud, alimentación, trabajo, ingresos propios de forma lícita, deporte, que indudablemente reducirán la violencia y evitarán el autogobierno en las prisiones. O sea establecer una política pública a corto y mediano plazo. Y admitir que el mal existe y que no todos los presos aspiran  o quieren ser reeducados y reinsertados  en la sociedad. El  doctor Víctor Frankl, psiquiatra, prisionero por largo tiempo  en los campos de concentración nazis, en su obra El hombre en busca de sentido afirmaba: “Solo hay dos ‘razas’ de hombres: ‘decentes’ e ‘indecentes’ en todas las capas sociales”.

Internacionalmente se ha visto que es admisible y no ilegal acercarse y dialogar y  con los grupos del interior de las prisiones, sino que es el resultado de un análisis real de la situación, de casi guerra, que no se resuelve con la violencia ni con paños tibios , sino que es una forma eficiente y práctica de cortar la influencia de los carteles de la droga y evitar que los presos se sometan al autogobierno de las bandas delincuenciales. Ciertos presos, incluso, no se entregan a estas por temor, sino por hambre y necesidad ante la incapacidad del Estado.

Finalmente no olvidar que primero hay que solucionar la violencia en las prisiones para controlarla  en las calles. Y que los Derechos Humanos deben ser tanto  para delincuentes como policías.