Los próximos cuatro años

Es de rigor desear éxito a los nuevos gobernantes. Su éxito es el éxito del país. Las condiciones en que reciben el Ecuador son malas, pésimas en algunos indicadores. Sin embargo, mucho va a depender de su gestión durante las primeras semanas, en las que deberá mostrar eficiencia en temas como la vacunación y las finanzas públicas.

El gobernante que asumió el poder el pasado 24 de mayo tiene enormes responsabilidades derivadas de sus funciones y de los ofrecimientos de campaña, pero sobre todo de las demandas de un pueblo que no ha visto atendidas sus necesidades por largo tiempo.

La sensibilidad para sintonizar con las aspiraciones populares, que se aguza durante la campaña, debe mantenerse durante el gobierno. Son cuatro años que le servirán al país para afianzar su estructura institucional democrática e impedir que se quiera hacer borrón y cuenta nueva, tentación en la que caen los recién elegidos, con la aspiración de refundar el país en un limitado período, lo que hace caer en la idea de que deben alargarse o repetirse, crear nuevas constituciones, y nos ponen en la disyuntiva de nunca construir sobre lo ya establecido ni replicar las experiencias positivas.

Hay temas que son urgentes y tienen que ver con el fortalecimiento de la salud y la educación públicas, enseñanzas de la pandemia que no pueden ser desoídas y necesitan reforzarse si queremos realmente pensar en el futuro.

El Ecuador debe fortalecer su seguridad jurídica, lo que redundará en su idoneidad para atraer la inversión; ese ha sido un tema del que se habla mucho pero sobre el que se hace poco. También se debe enfatizar la lucha contra la corrupción y los factores internos y externos que han hecho caer el índice de seguridad, algo hasta hace no mucho muy importante para la nación.