Los paseadores de perros

Rosalía Arteaga Serrano

Es frecuente ver por calles y avenidas a personas que conducen perros. A veces entendemos que son los dueños de mascotas que los sacan de paseo para cumplir una especie de ritual que tiene que ver con el bienestar del animal y conlleva la ventaja de hacer un poco de ejercicio. Otras veces veo a personas con delantales y uniformes, la mayor parte de ellas mujeres, probablemente trabajadoras domésticas, que cumplen tarea similar.

Hay casos que proliferan conforme avanzan los tiempos y más pudientes son los barrios, cuando vemos a jóvenes, en su mayor parte varones, que llevan a más de un perro, pueden ser dos, tres, a veces jaurías enteras, perros con sus traíllas, de diversas razas, manteniendo una armonía que podría parecer imposible, pero que la consiguen con pericia y dedicación. Son los profesionales del paseo perruno, contratados especialmente para cumplir lo que los jefes no pueden hacer, llevar de paseo matutino o vespertino a las mascotas.

Si bien hay que reconocer que algunos de los paseantes llevan consigo bolsitas y pequeñas palas para recoger las heces de las mascotas, en otros casos les importa nada y nunca llevan lo necesario para que no queden las veredas y los parterres llenos de la ‘decoración’ suplementaria. Esto ocasiona un sinnúmero de problemas al vecindario, a la gente que camina por las calles y que se encuentran con estas sorpresas indeseadas.

Si bien hay reglamentación al respecto, muy pocos la cumplen, con lo que se contribuye al desaseo de las vías y se irrespeta a los vecinos, lo que debería ser motivo de reflexión por parte de los paseadores de perros, sean profesionales o no de la materia.

Parece un tema intrascendente, pero nos sirve para reflexionar en el respeto que debemos tener por los otros, en la importancia que le damos al convivir con los demás y en la necesidad de prestar atención a los detalles.