Los niños merecen regresar a clases

El virus del COVID-19 nos sigue poniendo a prueba con sus variantes. Sin embargo, dos años después, nuestra posición ante la pandemia es distinta. Hoy no solo conocemos más de la enfermedad, sino que incluso estamos vacunados contra ella. Afortunadamente, Ecuador cuenta con altos índices de vacunación, y está avanzando muy bien entre adolescentes,  niños y niñas mayores a 5 años, según muestran las cifras del gobierno.

Además, según datos del Ministerio de Educación, las escuelas no han sido foco de contagios, ya que los casos positivos han representado un 0,007% del total de estudiantes que han regresado a clases, y según un monitoreo de UNICEF, esto se explica porque más del 90% de los hogares conoce y cumple con los protocolos de bioseguridad.

Frente a estos datos, no se justifica la decisión de aplazar el proceso de reapertura de clases. Las escuelas son las bases del futuro de nuestra niñez y cada día que las escuelas pasan cerradas, estamos negándole a nuestros niños la oportunidad de aprender, tanto porque existe una cantidad considerable de niños que no tiene la posibilidad de acceder a la educación virtual, como porque, incluso con este acceso, la educación virtual es en extremo limitada y no suple la experiencia presencial.

Con las escuelas cerradas, además, estamos aislando a nuestros niños de las experiencias necesarias para que desarrollen sus habilidades sociales, y sometiéndolos a situaciones que afectan su salud mental. Lo más alarmante es que en un país como Ecuador donde la niñez es en extremo vulnerable, quitarles las escuelas significa para muchos niños y niñas quitarles un espacio de cuidado, de alimentación y de paz.

A este punto, no existe justificación alguna para que la reapertura de clases deba esperar; el precio que está pagando nuestra juventud, y en última instancia, el país, es demasiado alto.