Los muertos nuestros de cada día

Noticia es, según los manuales, “la expresión periodística de un hecho capaz de interesar hasta el punto de suscitar comentarios. El periodismo interpreta la realidad social para que la gente pueda entenderla, adaptarse a ella y modificarla”, dice Gomis. El rol del periodista es cubrir los hechos y contarlos.

Crónica roja en noticieros: motines, muertes, asesinatos, sicariatos o capturas de drogas. La mitad del informativo contando una realidad, inocultable, aunque los voceros gubernamentales digan que son percepciones (lo decía el inefable Fernando Bustamante en la revolución ciudadana). ¿Se da buenas o malas noticias o hay sesgo en los medios?

José Hernández dice que “sin quererlo, los medios de comunicación y las redes sociales están siguiendo, no la estrategia, pero sí la lógica del narcotráfico”. Aumentan el pánico por la violencia, creando inseguridad y miedo para denunciar. Los malhechores lo saben y aprovechan. Los jueces los liberan. Policía y Fiscalía se quejan. Como siempre.

El crimen organizado y el narcotráfico no surgieron espontáneamente. Lo permitió el gobierno de Correa —ciudadanía universal—. Entraron buenos y malos (mafias y carteles). Se aliaron con pandillas (un Latin King asambleísta). “Así, sin los contextos, el narcotráfico solo puede ser visto como una plaga que de pronto aterrizó en el país”, agrega Hernández. Contar muertos para ver si hay menos no basta (la policía dice que, en estado de excepción, bajó la cifra).

El diagnóstico policial: ajustes de cuentas o disputas de territorio. Concluye el analista: “el narcotráfico no va a parar, su progresión violenta se agudiza, el sicariato es una de las prácticas que lo caracteriza. Víctimas y asesinos son sobre todo jóvenes”. Hernández cita que de 20% a 30% de las víctimas son menores de 25 años y 50% menores de 30 años. El 80% apenas educación primaria.

5,2 millones de pobres vulnerables al narcotráfico (el dinero rápido). Barriadas e invasiones son terreno fértil de reclutamiento. Les da lo mismo matar o morir. Muertos diarios por sicariato. Estadísticas frías de los que matan y mueren. En el arreglo de cuentas hay los que no pagaron y murieron y los que no resolvieron sus dilemas y apostaron por opciones equivocadas (agiotismo, Don Naza o el chulco).

Parece perogrullada, pero el periodismo cuenta los hechos, no datos ni estadísticas. Narra historias y la faceta humana de víctimas y asesinos: personas que perdieron la vida o la desperdiciaron. Si no, el periodismo es amarillismo y deja de ser ético.