Los malos gobiernos

Este artículo está concebido para que sea publicado un día después de realizadas las elecciones presidenciales, en segunda y definitiva vuelta, por tanto, cuando aparezca editado en LA HORA, los resultados de los comicios serán de general conocimiento y estarán electos nuevos Presidente y Vicepresidente de la República.

El anhelo es que los votantes hayan acertado en las urnas y quienes vayan a dirigir nuestro país respondan a las cualidades que se requieren para tan difícil cometido, especialmente en este momento histórico en que se han juntado varios factores adversos, como la pandemia de coronavirus y las otras, más duraderas y letales, la corrupción y la politiquería, que amenazan a la existencia de la República.

Al respecto, se ha recordado una supuesta frase atribuida a la Azucena de Quito, Mariana de Jesús: “Ecuador no desaparecerá por los terremotos sino por los malos gobiernos”. Si bien es cierto que se ha descartado que la santa quiteña haya dicho lo anotado, ya que el nombre de Ecuador, para nuestro Estado, se lo puso en 1830 y no en el siglo XVII en que vivió esa venerada santa, su contenido de vaticinio ha permanecido latente en la memoria colectiva, debido a pésimos regímenes que, en todas las épocas, han contribuido al estancamiento nacional, a pesar de los grandes y admirables recursos que existen en estos territorios.

Ya es tiempo de revertir la tendencia a los malos gobiernos que ha caracterizado a nuestro país digno de mejor suerte, para lo cual la cohesión ciudadana es necesaria, en pacto de futuro y progreso, sin olvidar que, además, se vuelve imprescindible no seguir cometiendo los mismos errores del pasado: en las altas esferas, desde donde proviene la conducción nacional, deben estar elementos preparados que tengan sentido de patria, adelanto y honestidad.