El viernes es el Día del libro, San Jorge, que los catalanes nos han vendido muy bien el festejo como el día del libro y la rosa, un día dedicado para la lectura y para el formato libro, como un objeto que no pasará de moda y que para muchos, incluido yo, es el mejor dispositivo tecnológico que no requiere de mucho aprendizaje para su uso.
En este día, que tendrá mayor movimiento en librerías físicas y digitales, es importante preguntarnos: ¿Cómo está el sector editorial del país? ¿Dónde y cómo funcionan las editoriales? ¿Cuáles son sus mercados y nichos? ¿En qué situación está el circuito de librerías y cuáles son los números del consumo editorial y de la lecturabilidad de la población?
Como país somos parte del CERLALC, una entidad regional que promueve y estudia la lectura en todos los niveles educativos y en todos los sectores poblacionales. Allí constantemente se realizan capacitaciones sobre modelos de mercado editorial, nuevos formatos de lectura y aplicaciones digitales para motivar la lectura entre pantallas y crear itinerarios entre el libro y la pantalla.
¿Los libros digitales y su venta por plataformas matan a las librerías tradicionales o es una posibilidad para expandir el mercado y crear nuevos usuarios, lectores y compradores?
La industria editorial en el país no se compara con la que existe en Bogotá, Buenos Aires o en Lima, la meca de las ediciones piratas; existen libreros y editores pero su acción y trabajo funciona como logias y ghettos, que no se expanden a nuevos lectores, sino a confirmar el ego de algunos, como autor o editor.
Hay quienes medraron con la campaña de lectura, otros se adscribieron al régimen y fueron los cronistas de sus triunfos, pero no aprovecharon el momento para fortalecer al sector editorial con verdaderos planes y programas que revitalicen el sector y lo pongan a competir.
Feliz día del libro, el viernes, y que la lectura sea un túnel para la reflexión de cómo seremos mejores humanos en esta época de incertidumbre.