Los humanos derechos

En ocasiones, las palabras que se repiten — incluso los conceptos— suelen despojarse de significados o aparecer como algo rutinario a lo que no le prestamos atención; por ello, hay que tener cuidado en que lo importante no desaparezca ni pase desapercibido, hacer énfasis, volverlo parte de lo necesario, de lo indispensable, para que nadie lo deje de lado.

Así debemos trabajar con los enunciados contenidos en la famosa “declaración de los derechos humanos” realizada por Naciones Unidas, bajo el influjo y con el trabajo de la entonces primera dama de los Estados Unidos, Eleanor Roosevelt, a quien se la llamó en ocasiones como la primera dama del mundo.

Debemos considerar que los derechos humanos fundamentales se mantienen, pero que también se han ido incorporando a otros a los que se llama de primera, de segunda, de tercera generación, y hacia estos es a lo que quiero llamar la atención.

Esto no quiere decir que los otros derechos, los básicos, hayan sido totalmente consagrados en todos los países del mundo. Esto no es verdad, porque sabemos que el derecho a la vida, a las libertades, a la honra, etc., distan mucho de estar consagrados y habrá que luchar denodadamente para que sean aceptados y practicados en todos los confines de la Tierra, pero también tenemos que pensar en esos otros derechos, en los llamados colectivos, que son necesarios y hasta indispensables de considerar.

Tienen que ver con la preservación de la Tierra, de la naturaleza, de los pueblos en su conjunto, y se han puesto en el candelero ahora, justo en estas épocas pandémicas, en las que unos argumentan sobre sus derechos y libertades individuales a la hora de decidir no vacunarse, por ejemplo, sin darse cuenta de que hay también el derecho de los otros, de quienes no quieren que se ponga en peligro su vida, su derecho a no ser contagiados, a que su salud no se ponga en riesgo.

Y allí viene el gran dilema, el que tiene que ver con la necesidad de precautelar las libertades individuales, pero tampoco debemos dejar de lado las colectivas. Allí hay que aplicar el principio del bien mayor, que, en este caso, tiene que ver con el derecho a la salud de todos, aun a costa de un pequeño sacrificio personal.