Los “atributos” que se necesitan

Los recientes exabruptos del presidente Guillermo Lasso hacia Jaime Nebot son la enésima demostración de cómo el mandatario es el único desestabilizador de su propio gobierno. Referirse públicamente de una manera tan grotesca a un adversario político es síntoma de que el presidente no es bajo ningún concepto un estadista ni tampoco puede protagonizar encuentros y acuerdos con las diferentes fuerzas políticas.

Lasso está decepcionando a todos. Más allá de su casi nula gestión, sigue sin hallar soluciones a los dramáticos problemas que está viviendo la población. Los únicos atributos de los cuales debería hablar el mandatario son aquellos que Ecuador necesita para volver a tener, por ejemplo, un Registro Civil que funcione —como lo hacía, y muy bien, hace rato—; para que se reactive la economía y haya más puestos de trabajo ; para que la red de salud en general esté en capacidad de  proporcionar ayuda a todos los enfermos que hoy son víctimas, además de las enfermedades, de la indolencia estatal.

Pero, sobre todo necesitamos de atributos para combatir a la criminalidad y retomar el control de las cárceles y las calles, puesto que hasta en ese ámbito Ecuador ha sido derrotado y se ha vuelto uno de los países más inseguros de la región.

Así que, si bien es cierto que necesitamos urgentemente de una inyección de testosterona, no es la que le correspondería a Nebot la que nos preocupa, sino las dosis que faltan dentro del Ejecutivo, que son las mismas que le faltaron al expresidente Moreno, un lassista convencido. El mandatario parece vivir en un Ecuador paralelo en donde todo marcha tan bien que no hace falta solucionar problemas sino que debemos seguir echando la culpa a otros que, por si acaso, no solamente no ganaron las elecciones —y por ende no tienen la misma responsabilidad que Lasso— sino que además hacen legítima oposición, tal y como debe hacerse en política.

Ecuador espera desde hace un año respuestas y soluciones que se le ofrecieron en campaña, pero que hoy el presidente, lastimosamente, quiere evadir. El país hoy requiere, por usar los mismos términos de la genial narrativa oficialista, de “atributos” o, como lo expresamos  otros, de liderazgo y capacidad para gobernar.