Los arreglos discretos

Ecuador ha adoptado, a lo largo de su historia, una estrategia que le ha permitido sobrevivir entre imperios y vecinos más fuertes: ser complicado. Hacer que cualquier invasor —da igual si viene armado con soldados, capitales o intelectuales—, termine enloqueciendo ante tanta ambigüedad y salga corriendo. Para ello, es muy importante que las reglas nunca sean claras, que los arreglos jamás sean explícitos y que, sobre todo, la comprensión de los verdaderos mecanismos que rigen el poder en el país sea un saber tan exclusivo como lucrativo.

Esa complejidad excesiva, deliberadamente fabricada, mantiene la escasa riqueza del país libre del alcance de nuevos actores, sean nacionales o extranjeros. Por ello, los ingenieros del sistema ecuatoriano siempre se encargan de que ese diseño de su creación parezca accidental. Cualquier regla que amenace con ser lógica, favorable y liberadora para la mayoría debe ser inmediatamente manipulada y contaminada para que se torne opaca, confusa, al servicio apenas de la minoría beneficiaria del sistema y, sobre todo, ininteligible para cualquier actor externo.

Los ejemplos sobran. ¿La dolarización amenaza con liberar las finanzas de la gente? Pues hay que evitar a toda costa una liberalización laboral, hacer que el Estado garantice divisas para comercio internacional y para la banca privada, dificultar el ingreso de capitales y restringir el comercio. Así, se mantiene bajo el costo de la mano de obra, se destruye la producción nacional, se beneficia a los banqueros y a los importadores, y se mantiene en un pedestal a la burocracia  extractivista. ¿Hay petróleo? Pues la producción debe ser nacionalizada ineficiente, se restringe la importación de vehículos, se crea un pésimo transporte público dependiente del subsidio y se mantiene una mala infraestructura vial; así, el país tiene que elegir comprar carros sobrepreciados, para mantener a burócratas y enriquecer a importadores, y depender del combustible subsidiado, lo que torna intocable a la burocracia petrolera. Y así es en todo, pero nunca es explícito.

La última reforma tributaria solo es más de lo mismo. Otro arreglo aparentemente incomprensible cuyo verdadero propósito es perpetuar al sistema con sus beneficiarios.

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