Lo malo convertido en peor

La Constitución de 2008 es nefasta para el sistema democrático. Muy útil para un presidente autoritario como lo fue Correa, pues se prescinde del Derecho y solo mantiene derechos, con lo que la ley queda supeditada a los caprichos o abusos de los gobernantes y sus áulicos. Una de la instituciones negativas que emana de esa Carta Magna, amañada y aprobada sin conciencia por el pueblo, es el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, que tiene calidad de “Función” y cuyas competencias rebasan a la Asamblea Nacional, a la Función Judicial y a la Función Electoral. Así fue aprovechada por Correa y se mantiene a pesar de que el pueblo, juristas serios y políticos con visión consideran su existencia inadmisible.

Nada menos que puede establecer mecanismos de rendición de cuentas de entidades del sector público, designar al Procurador del Estado, Defensor del Pueblo, Fiscal General y Contralor del Estado. A los miembros del Consejo Nacional Electoral, Tribunal Contencioso Electoral y Consejo de la Judicatura. Igualmente nombrar a los Superintendentes de una terna que enviará el Presidente de la República. En consecuencia, su poder es inmenso, sobre todo si sus miembros no son los más idóneos y, por tal debilidad, se convierte en un organismo politiquero al servicio propio o del Gobierno de turno, si así acuerdan.

El desprestigio de este Consejo es grande. Sus anteriores presidentes han sido destituidos. Hoy traba la designación de Superintendente de Compañías, impidiendo la permanencia de personas no cuestionadas en las ternas, so pretexto de exigir ternas nuevas íntegras, y quemando tiempo para supuestas reformas reglamentarias, hasta tener un Superintendente propio. Igualmente preocupa que no haya seriedad en la designación del Contralor del Estado y en la renovación del CNE a las puertas de nuevas elecciones.

O cambia ese Consejo su proceder y actúa con transparencia e independencia o es posible que su fin sea cercano por muerte cruzada, reforma o derogatoria de la actual Constitución.

Con cinismo se puede afirmar: mal sin él, peor con él. Situación política poco ética.