LITORAL NORTE

Podríamos denominarnos como el país del olvido y la soledad; tantos ilustrados pensadores hablan frente a un desierto de sordos, sin que florezca una flor ni que el camino de la historia se abra para integrar este territorio. Gobernantes pasaron por algunos recintos del monte. Los viejos recuerdan a políticos buscando votos; una historia llena de ofertas y promesas olvidadas, como el tren del norte, que unía Quito con San Lorenzo, pasando por Cayambe, Ibarra y mágicos pueblitos perdidos en la selva. Hoy nadie sabe que existió, ni los que utilizan el “chaquiñán” en Cumbayá.

La vía atravesaba gran parte de ese bosque tropical, pródigo de riqueza y aroma, pero intereses varios dejaron morir un sistema de transporte barato y no contaminante. Circula en redes un corto documental que muestra el muelle en la bahía de San Lorenzo, construido en acero, que está al borde del colapso.

Desarrollar territorios, construir y reconstruir infraestructura es obligación del Estado, así como fomentar la economía, para mantener a las poblaciones en sus localidades y reducir la migración al laberinto urbano. La recuperación e integración de zonas, como San Lorenzo se tiene que apoyar decididamente.

La provincia debe gestionar todo el potencial de ese hermoso Litoral y sumar sus planes al desarrollo turístico, incluyendo el atraer a inversionistas. Quienes gobiernan deben tomar en serio su función de servir. Es estratégico que el puerto de la frontera norte sea desarrollado, empezando por salvar su muelle, que data de los tiempos felices del ferrocarril.

Debemos soñar en un país sólido, integrado, solidario y libre de las siete plagas que hoy le acosan. Quizás así lleguemos un día al destino deseado. Algunos se preguntan por qué no salen las “protestas” como antes; tal vez se cansaron de  hacer esfuerzos que no conducen a nada.