¿Listo para pagar por los platos rotos?

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

Algunos pretenden que el Presidente electo esté sentado en el Palacio de Carondelet, rodeado de ministros, asesores y funcionarios de Estado, pero que no gobierne. Que dé la espalda a quienes le dieron mayoritariamente sus votos, y se rinda ante los planes de quienes perdieron en las pasadas elecciones. Para el 52% de ciudadanos que votaron por Guillermo Lasso sería una gran tomadura de pelo.

Decir algo de verdad, pero nunca toda la verdad, es la táctica política que se repite. Se trata de un sector del parlamento que tiene por costumbre (o tradición) la manía, utilizando los más inverosímiles pretextos, de echar la culpa a los otros de sus propios errores. Tanto cuando fueron gobierno, como cuando se subieron a ciertas ‘camionetas’ de las cuales los echaron luego sin reparos.

La clase política está obligada a reflexionar sobre los peligros que acechan al país. No es posible sostener la dolarización, si no entran dólares a la economía. La fórmula: hacer que los rubros de exportación, en particular el petróleo, den la cara.

De no ser así se dibujará la resurrección de viejos escenarios, destructivos y tóxicos, que han conducido a Ecuador a un repetido desastre. Después de los tejes y manejes de la semana pasada en la Asamblea, pareciera que en esto consiste el plan de ingobernabilidad que algunos intentan imponer en los próximos cuatro años. No se trata de “una lucha ideológica”, sino de oportunismo.

Se intentó diseñar el camino para que Lasso sea el chivo expiatorio sobre el que cargar la factura del desastre. Y el pueblo ecuatoriano, de arriba abajo y de abajo a arriba, listo para pagar (otra vez) por los platos rotos. El populismo quiere volver al corazón de la política.

La fórmula de salida para el régimen del 24 de mayo: empoderamiento y resiliencia, sencillez y pragmatismo, rasgos del comportamiento de Lasso en los últimos tiempos. Por ahí pudiera estar la salida.

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