Lección para políticos

A raíz de las elecciones en Alemania el 26 del mes en curso, la figura de una dama que estuvo en el poder por 16 años ha sido reiteradamente puesta en escena con brillantez, algo no común ya que se dice y acepta que el desgaste, así sea por un lustro en la conducción de un país, es connatural a tan delicadas funciones. Algunos mandatarios terminan su periodo con menos del cinco por ciento de popularidad, lo que demuestra la calidad de régimen que encabezaron.

Ángela Merkel es una excepción; debido a sus aciertos e indiscutible honorabilidad, los alemanes le consideran “mutti” (mamá), lo cual dice todo. Austera al máximo con los fondos públicos, jamás se envaneció por su alto cargo, demostró lo contrario, sencillez y honradez a toda prueba, como la que practica en su vida privada: vive en un departamento común y corriente, mismo que tuvo antes de ser designada canciller de Alemania; ella y su esposo hacen labores domésticas, lavan y planchan su ropa, se preparan alimentos, no tienen servidumbre, se movilizan en transporte público. Trascendió la respuesta que dio a una periodista que le preguntó: “Notamos que estás usando el mismo traje. ¿No tienes otro?”, ella dijo: “Soy una empleada del gobierno y no una modelo”.

Jamás se le ocurrió “buscarse” fondos para beneficio personal o familiar, imposible que haya tenido obsesión por enriquecerse rápidamente y comprar bienes en el exterior y llevar infamante existencia de lujo, valiéndose de la pestífera vara mágica de la corrupción. Se entiende por qué millones de sus compatriotas le acaban de brindar, de pie, una ovación por más de seis minutos, en medios de comunicación, calles, plazas y hogares.

¿Por sus virtudes, llamada la dama del mundo, cuántos políticos ecuatorianos pueden compararse con esta mujer realmente ejemplar?