Salvatore Foti
El Presidente de la República perdió la consulta popular que él mismo promovió y, con ella, perdió también el poco capital político que le quedaba.
Ahora, a Lasso le queda hacer lo que nunca hizo: gobernar y tomar decisiones. Claro que han de ser muchos los que contemplan inclusive su renuncia, pero creo que se necesita de soluciones más constructivas y positivas para el país. Por esto —más allá de que debe renovar todo su gabinete y sustituir a muchos de sus asesores en las áreas estratégicas— debe recurrir a la muerte cruzada.
Si el mandatario cree firmemente en su capacidad de resolver los problemas del Ecuador “en 100 minutos” y está convencido que los problemas del país radican en esta Asamblea, debe empezar a ser consecuente y disolver al Legislativo. De esta manera, Lasso podrá demostrarnos sus dotes de estadista y gobernar por decreto sin tener que recurrir a la ínfima excusa de que no le dejan hacer las cosas.
El Presidente ya no tiene más alternativas y tampoco le queda mucho tiempo. El país este domingo pidió a gritos que se vuelva a las urnas para escoger a un nuevo mandatario y esta petición debe ser escuchada; caso contrario, otras derrotas y más dolorosas le esperan al actual Ejecutivo.
Lo que seguramente el Presidente no puede permitirse es seguir sin hacer nada y esperar que pueda acabar su mandato por inercia, obstinado en ignorar los problemas de violencia y el fracaso institucional y social que está viviendo el país.
No hacía falta una consulta para legitimar dos años más de mal Gobierno; solo hacía falta tomar decisiones y solucionar los problemas que le quitan el sueño a la gente —implementar políticas públicas contundentes—. Sin embargo, desde Carondelet hubo solo soberbia, cinismo y mucha vanidad, a pesar de que había indicios de sobra de su ineptitud a todo nivel.
Ahora ya no pueden evadir sus responsabilidades pues así lo exige la mayoría. Hay que ir a muerte cruzada y elecciones anticipadas porque al Presidente le ha llegado la hora de la verdad.