Lasso en “modo Correa”

El presidente Guillermo Lasso, lejos de estar actuando de manera descabellada, está siguiendo una estrategia muy efectiva que sugiere que está en campaña electoral. Si está en campaña es porque pronto va a haber elecciones; pero no elecciones para la Presidencia de la República —producto de la “muerte cruzada”—, sino elecciones para una segura consulta popular y, tal vez, la conformación de una asamblea constituyente.

Para llegar de mejor manera a dichas elecciones le urge empezar a posicionarse como líder y como el único hombre capaz de refundar la República. Por esto la arremetida en contra de la Asamblea y los legisladores, quienes al fin y al cabo no están allí para aprobar todos los proyectos que lleguen desde el Ejecutivo y que por ende sufren ataques que resultan incluso injustos. Es más, la actual Asamblea ha dado paso a leyes propuestas por el Presidente y acatado siempre los vetos de Lasso. Al Presidente le quedaba aún la carta de reenviar el proyecto de inversiones aportando algunos ajustes y, de esta manera, llegar a un acuerdo.

Pero la estrategia es otra y la Asamblea sirve de “tonto útil” para ir a ganar una consulta, intentando evitar que la misma se vuelva una especie de referéndum a favor o en contra del mandatario.

Por todo esto, Lasso está adoptando un estilo usual en el expresidente Rafael Correa: la confrontación y la polarización. Este cambio de conducta sorprende a propios y extraños y podría dar muy buenos resultados puesto que, de paso, Lasso está debilitando a figuras políticamente muy solventes, como Hervas y Viteri, con ataques muy bien estructurados.

Lasso hoy insulta, denuncia e instruye a la justicia y al SRI para conseguir resultados eminentemente políticos. Un estilo que ya conocemos muy bien y que siempre le ha beneficiado al político de turno, quien capitaliza el enojo de las personas para captar simpatías. Lasso hoy se acerca más a Correa que al supuesto estatista que muchos decían representaba. Sigue hablando con los jóvenes y con algunos sectores de la población de una manera que ya no convence ni a sus aliados ni a los analistas, lo que solamente confirma que lo está haciendo bien.