Las remesas de los migrantes

En el Ecuador, que ha tenido que sufrir el extrañamiento de sus hijos por razones fundamentalmente económicas, muchas familias dependen del dinero que les envían los emigrantes desde países como Estados Unidos, España e Italia. Se pensó que la pandemia implicaría una reducción del volumen de esas remesas, en tanto la situación es global y los países en los cuales residen también han sido afectados por la fuerza de la emergencia de salud, la contracción económica, la pérdida de trabajos y la reducción de los salarios. Sin embargo, los datos indican que el dinero enviado por los migrantes a sus familiares creció 3% en 2020, en comparación a 2019, lo que constituye inclusive un récord en la llegada de remesas desde el extranjero.

El fenómeno se explica por la capacidad de resiliencia de los ecuatorianos en el exterior, por el ahorro que en muchos casos les permitió aguantar las situaciones personales y continuar con los envíos a los familiares que, en gran medida, dependen de esos recursos. Pero también percibimos que esta continuidad en el envío de los recursos, aun en situaciones críticas, se debe a la forma como los ecuatorianos valoramos nuestras familias, al apego al terruño propio, a la sensación de sentir que no pueden dejar desamparados a los suyos, a pesar de los sacrificios personales en los que incurren.

Ese amor por la patria, el esfuerzo que nunca decae, las ganas de soñar siempre con un futuro mejor, todo ello trae aparejado el sentido de pertenencia que no se desvanece ni con los años en esos exilios voluntarios, emprendidos en aras de conseguir mejorar la situación personal y familiar. Testimonio cada día el esfuerzo de los migrantes ecuatorianos y me enorgullezco por lo que ellos significan. Valoro cada vez más su peso en la economía nacional, pero también ese afán de ternura, de entrega, de amor por su país y por sus familias.