Las rayas rojas

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

Estamos a las puertas de una Asamblea Nacional en la que parece volver a reinar el clima de conflictividad y la falta de tolerancia. Con pretendida crítica racional, resucita el enfrentamiento de la legislatura anterior. La discordia y la revancha amenazan la precaria estabilidad institucional del tambaleante Estado que nos cobija.

El Ecuador de hoy es un conjunto problemático de pueblos, donde abundan posiciones políticas dispares y de fondo vacío, inconsistente o falso de raíz. Una telaraña histórica con más posibilidades de descomposición o ruina.

Las dificultades requieren de la Asamblea un respeto intelectual mutuo entre cada bloque partidista. Quienes los representan reflejan abismal ausencia de seriedad y solidez en sus aseveraciones. Pasan por alto un principio básico: ayudándose entre ellos, ayudarán a levantar el país.

Los bloques comienzan a mirarse como enemigos, incapaces de vivir juntos. Parecieran no querer servir a la sociedad, al tan ambicionado bien común, sino a su particular interés político e ideológico. Parejamente los ciudadanos no se dan cuenta de esta falta de voluntad por cambiar, no se dan cuenta de que están perdiendo lo poco que tienen de democracia.

Al ser incapaces de reunir un consenso parlamentario, volvemos a sentirnos defraudados. Se vuelve a utilizar información falsa e injuriar con ella y se ponen en peligro las libertades públicas, la paz y cohesión social, la posibilidad de una modernización estructural e integral, así como la participación política efectiva y consciente de la ciudadanía.

No es política sino su opuesto, la anti política. Irresponsablemente se aumenta la inestabilidad. No es la primera vez que sucede. No es un pequeño costal heredado que tenemos que sobrellevar con resignación. Nuestra resiliencia, nuestra capacidad de afrontar la adversidad, tiene límites. La Asamblea debe respetarlos y saber cuáles son las rayas rojas.

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