Las pequeñas dictaduras

PACO MONCAYO

Grandes pensadores ecuatorianos, preocupados por la suerte de la Patria, dolidos de su eterna inmadurez han reclamado, a lo largo de la historia, la necesidad de definir un proyecto nacional de consenso, la construcción de una nación unida en la diversidad, cohesionada por valores cívicos y responsable con las futuras generaciones. El gran escritor guayaquileño Miguel Donoso Pareja describía al Ecuador como “… un país esquizofrénico, partido, escindido mental y emocionalmente. Una identidad nacional esquizofrénica- decía- puede llevar a un país a la disolución. Detectado el mal, no luchar contra él sería un suicidio”. Jorge Enrique Adoum, ambateño ilustre, en su obra Ecuador: señas particulares, alertaba que: “… La abolición del futuro es síntoma nacional de una enfermedad mucho más grave: se diría del nuestro que es un país transitorio, que vive al día.  País donde el tiempo no existe, donde da lo mismo hoy que mañana…”. Leopoldo Benites Vinueza refería que en el Ecuador: “… La geografía no es un factor aglutinante, unificador, sino por el contrario, dispersante, centrífugo. En vez de un país ha creado tres países aun imperfectamente unidos”.

Ecuador es, como pensaba Adoum, un país que espera irredento al mesías, al iluminado, al caudillo, al que insulta, maltrata y abusa. Bajo su mandato, sea por miedo o por estulticia, se agacha la cabeza. Cuando desaparecen la imposición y la arbitrariedad, surge nuevamente una dirigencia prepotente y soberbia con pretensiones de imponer intereses y puntos de vista particulares a la totalidad de la nación.

En circunstancias así, ¿cómo se puede pensar en un proyecto de país?, cuando lo que prima es el capricho de caudillitos semifeudales, incapaces de pensar en grande, que solamente aportan al atraso, el subdesarrollo y la inseguridad.  Hoy, la mayoría sensata de la población mira asombrada la oposición a la instalación de un radar de la defensa aérea para combatir a los cárteles que se están tomando el territorio nacional; y la exigencia violenta del retorno a subsidios que han fortalecido especialmente a contrabandistas y narcotraficantes. Donoso Pareja tenía la razón.  Detectado el mal, no luchar contra él puede ser un suicidio.