La valentía para seguir adelante

Siempre me ha sorprendido la fuerza que tiene el ser humano para afrontar situaciones excepcionales. El momento actual, precisamente, nos está poniendo a prueba. A pesar de este cúmulo de desastres, lo importante es seguir adelante en este vivir diario, que requiere también fortaleza para cargar con las congojas. Requerimos, por consiguiente, cuestionarnos con audacia el modo de vivir y la manera de cooperar acompañados. Será difícil que se pueda progresar colectivamente, si no vamos juntos hacia el sosiego y cultivamos la coherencia entre el decir y el hacer; no en vano, la alteza moral suele ser resultado de la práctica.

Hemos de tener el valor de luchar contra esta atmosfera de maldades que hallamos por todos los caminos del orbe, unas veces mediante el diálogo, cuando tengamos a buen recaudo el arte de la conversación conquistada, que no es otra que escuchar y ser escuchado o batallar cuando tengamos que hacerlo; sin obviar que frente al brío de esta enfermiza caldera de intereses, también tenemos que tener la capacidad de saber callar a tiempo y de no hablar a destiempo, dejando platicar a los demás. En ocasiones, el silencio es un elemento vital de transformación, verdaderamente estremecedor.

El mundo tiene necesidad de personas valerosas, con coraje, dispuestas a fomentar lo armónico. No cabe duda de que hace falta firmeza y decisión, para combatir tantas injusticias sembradas. Será bueno que activemos la valentía en nuestros andares existenciales, o sea, un talante muevo de mirarse y verse, de atenderse y entenderse, de pensar y repensar en ese hogar común, en el que todos hemos de tener parte y tomar acción.

Ojalá propiciemos además el coraje de estar juntos y en paz. Únicamente si elegimos enfrentar unidos y con esfuerzo los desafíos, podemos asegurarnos el avance en su conjunción de conquista de miradas. Todo depende de nosotros, sí de cada uno de nosotros.

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