La Secretaría de Seguridad

La seguridad y el desarrollo son dos partes inseparables de una misma ecuación. A un país violento no llegan inversionistas, los capitales nacionales buscan mejores destinos, el turismo los excluye y, en consecuencia, se cierran empresas, se pierde empleos, aumenta la pobreza y se incrementan las causas de la inseguridad.

Los Estados que progresan no improvisan en estos temas que consideran políticas de Estado, a las que cada gobierno da continuidad. Esto fue así en Ecuador hasta que, en 2008, se desarmó un sistema eficiente con el que se enfrentó, con éxito, conflictos armados internacionales, manifestaciones de insatisfacción de distintas organizaciones de la sociedad y la insurgencia de Alfaro Vive.

No obstante, el gobierno de entonces, al menos, organizó un sistema alternativo que tuvo en el Ministerio Coordinador de Seguridad, el órgano de planificación y diseño de políticas públicas de su área. Lo grave vino después, cuando el presidente Lenin Moreno suprimió esa secretaría de Estado para encargarla al ministro de Defensa y empeoró cuando el actual gobernante pasó el encargó primero a la ministra de Gobierno y, posteriormente, al ministro del Interior.

La reincidencia en el cometimiento de errores, en este sector fundamental de la gestión de gobierno, nos deja cifras escalofriantes: En el primer semestre del presente año el país superó las 2 mil muertes violentas; dos masacres ocasionaron 64 muertes de reos en las cárceles de Turi y Santo Domingo; el número de fallecidos en Guayas pasó de 247 en 2020 a 760, en lo que va del 2022. El Ecuador aparece como el tercer país, con mayor tasa de robo y asalto, después de Guatemala y Nicaragua, según datos de la consultora CID Gallup, realizada en mayo.

Revertir esta alarmante situación es complejo; habría que esperar que la nueva secretaría, con el liderazgo del doctor Diego Ordoñez y el apoyo decidido del Presidente, corrija los rumbos, se asesore con expertos y, en el menor plazo posible, revise la doctrina, reorganice el sistema de seguridad, actualice los planes y movilice todos los recursos del poder nacional para volver a ser esa ‘Isla de paz’ que un día fue el Ecuador.