La ruralidad desatendida

Ecuador es un país que tiene muchas caras, muchas realidades que son difíciles de visualizar a través de estadísticas promedio y porcentajes nacionales. Estos muchas veces difuminan las extremas desigualdades que se viven a lo largo y ancho de sus regiones. El mayor ejemplo es la profunda brecha entre lo urbano y lo rural.

Esta brecha está presente en numerosos indicadores, pero especialmente en los niveles de pobreza. Más del 40% de la población rural vive en pobreza, con menos de $85 mensuales y entre ellos, la mitad (20,3%) vive en pobreza extrema, con menos de $48 mensuales. Estas tasas representan el doble del porcentaje de la pobreza urbana (20,8%) y más del triple en relación a la pobreza extrema urbana (5,9%).

No obstante, la pobreza es un fenómeno más social y complejo, que incluye dimensiones adicionales a los ingresos. Los índices de pobreza multidimensional que evalúan el acceso a la educación, al trabajo, a la seguridad social, a la alimentación, a la salud, al agua segura, y a una vivienda y ambiente sanos muestran brechas aún más profundas. La pobreza multidimensional rural llega al 70,7% y la pobreza multidimensional extrema al 43,3%, mientras que en la urbanidad, los índices son de 24,3% y 6,9% respectivamente.

Siempre se ha dicho que Ecuador es un país rico en recursos, pero, paradójicamente, muchos de los recursos que sostienen al país se encuentran en los lugares con las poblaciones más pobres y olvidadas. La ruralidad en Ecuador está completamente desatendida y poco se está haciendo para mejorar su situación, pues el enfoque actual no es el adecuado -o es incompleto, por decir lo menos-, ya que no hay trabajo formal ni acuerdo comercial que pueda suplir la falta de servicios básicos y de política pública que existe en la ruralidad y que está condenando a comunidades enteras a vivir en el subdesarrollo y en la exclusión social.