La receta Lasso

El gobierno de Ecuador empieza a tomar acciones económicas y políticas que dan un rostro y una identidad al camino de los próximos cuatro años. Esto no significa que el camino sea el adecuado, pero al menos el Ejecutivo ha entendido que la total inacción, como la de Moreno, no puede seguir por otro periodo.

Hay una “receta Lasso” con la cual podemos discrepar o coincidir, pero este es el modelo por el cual votó la mayoría de los ecuatorianos. El actual ejecutivo evidentemente está optando por ‘liberalizar’ la economía y adoptar un sistema que es muy eficiente en otros países y que le apuesta a la alianza público-privada. A ello obedece la eliminación de aranceles para 667 productos que podrían modernizar el sistema productivo, como computadoras, carros o maquinaria.

Pero también habrá y ya hay medidas menos populares, como la subida al precio de la gasolina y el posible aumento del IVA o las leyes de “oportunidad laboral”. La receta viene, como cualquier otra, tanto con los efectos positivos como con las inevitables contraindicaciones que afectarán a gran parte de la población.

Lo que sí preocupa, y que el ejecutivo debe cuidar, es que no se quiere explicar o comunicar de la mejor manera a la población las medidas impopulares; parecería que se las quiere imponer: “van porque van” . Error nefasto; ese no es el camino a la paz ni a la prosperidad.

 Ya hay muchas señales de división y confrontación a las que contribuye también el Presidente cuando habla de cárcel indefinida para los que protestan. La solución es no llegar a las protestas y comunicar a más no poder, inclusive con los milagrosos Tik Tok, qué se pretende y por qué las medidas terminan beneficiando a la población.

Ahora la percepción es que se quiere privatizar todo y a toda costa, y que la clase media y media baja van a pagar los platos rotos.  Me parece que están analizando con mucha superficialidad lo que pasa y lo que podrá pasar en Ecuador; de esto, ejemplos en la región hay de sobra. El país está dividido y hay que unir, no solamente económicamente, sino también socialmente. Esta es la gran deuda que el Estado sigue manteniendo con la sociedad.