La promesa de vacunación cumplida dice más que mil palabras

Vacunar a nueve millones de ecuatorianos en cien días era una promesa ambiciosa, muy difícil de cumplir en un contexto internacional donde las vacunas escaseaban y Ecuador no tenía mayor poder de negociación frente a las potencias y las farmacéuticas. Fue una propuesta ampliamente criticada como populista. Sin embargo, y a pesar de haber comenzado con ciertos errores, fue cumplida a cabalidad.

Esta promesa cumplida nos dice más del gobierno que lo que su propia comunicación nos ha podido decir en estos cien días. Nos dice que es un gobierno enfocado, que tiene la habilidad de sortear importantes obstáculos; que es un gobierno pragmático, tanto para construir sus relaciones diplomáticas como para encontrar los espacios en los que la sociedad civil y el sector privado puedan colaborar; y sobre todo, que es un gobierno que tiene la capacidad de cumplir cuando se lo propone.

Hoy Ecuador se prepara para su próximo reto: la recuperación pospandemia,  que no solo debe ser económica, sino social. Ahora ya no es una sola meta, sino varias; estructurales, multidimensionales y complejas. A los cien días, todavía no hay hitos relevantes en el trabajo contra la desnutrición infantil, la pobreza, la desigualdad, el desempleo o la inseguridad. Varias declaraciones equivocadas generan dudas sobre la sensibilización del gobierno sobre estos temas y la prioridad en la que se encuentran. La falta de consensos políticos también mantiene escépticos a muchos.

No obstante, el cumplimiento de la vacunación es una gran razón para mantenernos positivos y expectantes. Esperamos que el éxito de la vacunación sea el primero de muchos, y que despliegues de liderazgo político de la misma magnitud se vuelquen hacia la construcción de soluciones reales, efectivas y sostenibles para los problemas más graves que enfrentamos. Este logro solo reafirma que no podemos esperar menos que eso.