La palabra que brilla por su ausencia

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

En los cuatro años de gobierno de Moreno, la corrupción refleja un problema estructural: un Estado mal conformado y el poder judicial entrampado en un tóxico laberinto de leyes, así como la absurda ausencia de mecanismos de detección y corrección. El nuestro es un Estado enfermo crónico y sin salida aparente.

En la práctica, los remedios se traducen en más deuda económica y social, clientelismo, despilfarro, subsidios ineficaces, burocracia sobredimensionada y perezosa, decenas de miles de familias en situación límite o en la miseria. Las víctimas, como siempre, quedan en el olvido.

Este es ‘el combo’ en manos de Lasso. ¿Llegará el día en que se diriman sus causas y sus actores históricos? Una señal alentadora es que una mujer, perseguida ferozmente en tiempos del populismo totalitario, presida la Asamblea Nacional.

La banda presidencial pasa a nuevas manos. ¿Comenzó otra vez el tortuoso camino de otros cuatro años de nuestra endeble democracia? Como en cambios anteriores, el problema no está en los que se van, sino en lo que se queda. ¿Tendremos otra vez el libreto en el que uno traza los planes y escribe el relato y otros lo manipulan y retuercen?

Manejar las relaciones entre el Legislativo y el Ejecutivo, sin reparos ni prejuicios, podría ser equivalente (para algunos) a un ataque de enajenación mental, en el mejor de los casos, transitoria. Ni por un lado ni por otro asoman los indispensables, confiables y permanentes interlocutores. Lasso, en su discurso político, hace una refrescante lectura pragmática de la realidad.

Hay que dar paso a la verdad de los hechos. Ironías y exageraciones aparte, en lo que dice pudiera haber “un cierto aire de superioridad moral”. Sólo el tiempo dará fe de su sinceridad, una palabra que brilla por su ausencia en nuestra escena política. ¿Podrán los políticos mirarse y tratarse de otro modo?

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