Si los niños abusan de las pantallas entre los dos y tres años, las consecuencias se presentan a los cinco, cuando se ven comprometidas sus habilidades motoras, su capacidad de resolución de problemas y sus habilidades sociales.
Las pantallas y los dispositivos digitales son ahora omnipresentes en la vida de los niños. He visto con asombro a padres que, mientras comen en un restaurante, entretienen a un bebé con su teléfono para que les permita tener esa comida en paz. ¡El resultado es fascinante! Está estupefacto.
No crean que a mí no se me ocurrió. Solo que sentí reparo por entregarle mi dispositivo a mi hija cuando tenía solo uno o dos años. ¡Me lo podía tirar al piso y hacer añicos la pantalla! Sí, esa era mi preocupación. Endeudarme en un dispositivo que, en ese entonces, representaba la mitad de mi salario. ¿Cómo la entreteníamos? Hacíamos turnos con su padre, uno le conversaba con voz de Teletubi, mientras el otro apuraba la comida del plato. A veces, uno se levantaba para explorar los alrededores del restaurante y el otro se quedaba vigilante para no perder el puesto, ni las pertenencias. ¡Era agotador! Pero no crean que en esos años fuimos el modelo de maternidad y paternidad perfecta. De hecho, el programa televisivo Baby TV y un DVD de Barney fueron las mejores niñeras por períodos en los cuales yo podía recuperar sueño perdido, darme una ducha o atender una llamada telefónica.
Con el paso del tiempo decidí informarme sobre los efectos de las pantallas en los niños. Encontré que, si abusan de ellas entre los dos y tres años, las consecuencias se presentan a los cinco, cuando se ven comprometidas sus habilidades motoras, su capacidad de resolución de problemas y sus habilidades sociales. Un estudio canadiense revela que perjudica su descanso. Si sus hijos de hasta 10 años tienen ansiedad o pesadillas frecuentes, son las pantallas. Les vuelve sedentarios, conformistas, menos creativos y con nuevos temores: el de enfrentar el mundo real.
Debemos restringir las pantallas en los bebés. Y conforme van creciendo, regular su tiempo de exposición. Fomentar su actividad física, el juego creativo, la lectura, y también la posibilidad de aburrirse. ¡Dejemos que los niños se aburran!