La memoria ideológica

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Con motivo de la persecución contra la Iglesia Católica en Nicaragua un grupo de expresidentes del mundo hispánico enviaron una carta al papa Francisco pidiéndole que intervenga de alguna manera para frenar los abusos. En dicha carta, hacia el final asientan: “Nos preocupa, por lo demás, que la quema de iglesias y la salvaje destrucción de las imágenes del culto católico, avanza en una línea de destrucción de bases sociales y antropológicas que mejor recuerda la quema de libros judíos, socialistas y pacifistas y de bibliotecas enteras por los partidarios del régimen nacional socialista alemán en 1933.”

Desde hace varios años se amplía la tendencia a definir como “fascistas” a los regímenes autoritarios de izquierda, con la notoria excepción de Cuba. Esta postura esconde la intención de ocultar el innegable componente totalitario de los gobiernos de inspiración comunista-socialista, y de sus proyectos, en sus diferentes derroteros: marxistas clásicos, maoístas, gramscianos, mariateguistas….

Es chocante que los redactores de la mencionada carta aludan a los nazis, pero no mencionen la “línea de destrucción de bases sociales y antropológicas” de los violentos ataques a la Iglesia Católica en el ámbito de la Hispanidad. En primer lugar, la persecución durante la Revolución Mexicana con decenas de víctimas humanas, desde sacerdotes ancianos hasta adolescentes. En segundo, la desmesurada violencia durante el gobierno del Frente Popular en España, iniciada antes del levantamiento militar, como lo denunció el también asesinado por los socialistas diputado José Calvo Sotelo. En esta persecución fueron victimados más de tres mil sacerdotes y trece obispos católicos, así como miles de laicos, y destruidos miles de edificios y obras de arte .

Habría habido mayor coherencia al relacionar los abusos en Nicaragua con los de México y España que con los de Alemania. Pero los primeros los cometieron las izquierdas, por eso es conveniente olvidarlos y desviar la mirada, con lo cual se propician tendencias actuales. Decirlo no significa defender al fascismo.