La guerra y la energía

Las guerras son desastrosas, qué duda cabe, dejan una secuela de dolor, de muerte, de penurias. Ya hemos tocado este tema en varias oportunidades con relación a lo que está ocurriendo en Ucrania, con la invasión rusa.

Otra de las consecuencias de la guerra actual ha sido la evidente demostración de la dependencia de las naciones de los suministros de gas y de petróleo, lo que hace que inclusive los países desarrollados hayan tenido que sufrir escasez, racionamientos y, sobre todo, que enfrenten con angustia el arribo del invierno, con temperaturas muy bajas, que incida en la falta de combustibles para calentar los hogares y también para los diversos usos de la industria.

Pero esta lamentable situación puede alumbrar una solución que aparece en medio de la emergencia energética, como un camino viable, que signifique eliminar o al menos limitar la dependencia de los combustibles fósiles, mejorando las que existen ahora como energías renovables.

En este sentido, los países vienen trabajando en provisión de energía eólica, solar, geotérmica, hidroeléctrica, así como biocombustibles, como soluciones de gran aliento que se aspira estén en buena parte disponibles para el próximo invierno en el hemisferio norte.

Si esto resulta así, el mundo podría beneficiarse grandemente de disminución de emisión de gases que inciden en el calentamiento global, significando esto un respiro en medio de las malas noticias que tenemos todos los días respecto a los impactos del ser humano sobre la naturaleza.