La guerra de los chips

Richard Salazar Medina

La pandemia, entre tantas otras cosas, hizo notar la enorme importancia de los semiconductores, comúnmente conocidos como ‘chips’. Y es que hoy el mundo ya no se mueve gracias al petróleo, sino a los chips. Si lo pensamos, es fácil darse cuenta de que están en todo: en nuestras computadoras y teléfonos, donde quizá este mismo momento leen estas letras; también en los automóviles, no solo en sus ‘cerebros’ electrónicos, sino en radios y toda clase de accesorios; en refrigeradoras, lámparas, garajes automáticos, y, desde luego, en la tecnología de los proveedores de internet. Huelga decir que los drones y las armas más sofisticadas necesitan de chips tanto más especializados, por lo cual la industria militar en este momento depende vitalmente de ellos. Esto es trascendental en la carrera hegemónica, tanto más ahora, visto lo de Ucrania. Y en la inteligencia artificial (IA), ni hablar. Esta, que ya existe, está prevista como uno de los elementos que más generará riqueza en el futuro. Según un informe de la propia Comisión de Seguridad sobre Inteligencia Artificial de EEUU, “China posee el poder, el talento y la ambición de superar a EE.UU. como líder mundial en IA en la próxima década si las dinámicas actuales no cambian”.

Así que no cabe duda, la hegemonía geopolítica está detrás de quienes tengan los mejores y más avanzados semiconductores. EE.UU. y Holanda son decisivos en el diseño de microchips avanzados, y otros dos países prácticamente monopolizan su producción: Taiwán (la mayoría), con su gigante TSMC, y Corea del Sur, con Samsung. Este es un motivo adicional por el cual EE.UU. considera una posible invasión de China a Taiwán como desastrosa. Y es que lo sería para sus intereses.

Es por ello que la guerra comercial declarada por Trump a China, lejos de terminar, ha recrudecido. En realidad, desde tiempos de Obama el desarrollo económico y tecnológico de China ya había sido identificada como la principal amenaza. El pasado octubre el Gobierno de Biden impuso a todas las empresas y personas del sector de los semiconductores que hacen negocios con EE.UU., una prohibición de venderle a China no solo productos sino servicios. Esto parecería menor; se piensa que todo, incluida cualquier tecnología, se fabrica en China. O que China tiene la capacidad de replicarlos. Pero no. El desarrollo de esa tecnología, incluso para un país avanzado tecnológicamente como lo es hoy China, le puede significar alrededor de una década. Así que Made in China 2025, el plan del Gobierno de Xi Jinping de hacer que su país sea el más desarrollado del mundo tecnológicamente para ese año, es ya imposible de cumplir.

Y no es la única pesadilla de Xi en este momento. La política de ‘Covid cero’ ha fracasado estrepitosamente y sus rígidas medidas sólo agudizaron la pandemia y los ánimos de la gente. Desde 1989 no hubo manifestaciones masivas y encolerizadas, en tantas ciudades, contra las medidas draconianas del gobierno de partido único.

Al mismo tiempo, otros países, como la India y Vietnam, están promoviendo incentivos para atraer a grandes empresas, como Apple, para que relocalicen su producción, dejando de depender de China.  India es la tercera economía de Asia (después de China y Japón), pero quiere ser la primera. Durante este o el próximo año, China perderá la corona de ser el país más poblado del mundo, siendo desplazado por la India. Este es resultado de la política de un solo hijo hasta 2015 y de los horizontes de vida de la población joven, cuyo objetivo ya no es necesariamente tener una familia, sino éxito profesional y económicamente. Y este no es solo un dato demográfico, sino que representa un golpe para la economía china.

El panorama no es halagüeño para el gigante asiático, todo lo contrario. Por ello, no parece probable un ataque a Taiwán en este momento. Sin embargo, no hay duda de que China no se quedará inmóvil. Su capacidad de planificación y de estrategia es siempre a largo plazo. No hay que olvidar la máxima de su extinto líder Deng Xiaoping, que reformó el sistema abriendo al país al capitalismo: “China debe esconder su fuerza y esperar el momento”. Esta historia continuará.