La extrema derecha está de moda

Aunque suene raro, la extrema derecha está de moda, pero no en las preferencias políticas de los electores de diversos países del mundo, sino en las redacciones de los mayores medios de comunicación a nivel global. Si un político se aparta un milímetro de la corrección política izquierdista es tildado de inmediato de “extrema derecha”. Se da el caso, por ejemplo, de que a Kast, el ganador de la primera vuelta en Chile le den el epíteto, entre otras razones, por oponerse al aborto y a la eutanasia, cuando se sabe que la extrema derecha real, histórica, la de los nacionalsocialistas alemanes, promovió esas acciones con todo vigor.

Si usted, persona perteneciente a la mayoría silenciosa de la sociedad, deseara mayor libertad económica privada y menos injerencia estatal, pasaría de inmediato a pertenecer a ese extremo nefando de la política. Si pretendiera reducir el tamaño del Estado en todos aquellos aspectos que deberían ser enfrentados por la iniciativa privada, también sería tratado con repugnancia: ¡Extrema derecha! Si creyera en ciertas normas morales válidas para todos y a lo largo del tiempo: ¡Extrema derecha!

Contrasta la dureza con que la gran prensa internacional trata a los políticos no alineados ni alienados a la izquierda con la suavidad en el trato a evidentes dictadores como los de Venezuela y Cuba. Allí, por ejemplo, las elecciones no han sido ni amañadas ni dirigidas desde el poder; además varios veedores internacionales de impecable trayectoria progresista las han avalado; merecen toda clase de alabanzas.

En pasados siglos, llenos de obscuridad, los leprosos debían esconderse, vivir separados, avisar con toque de cencerros su cercanía, para no contagiar a los sanos. Hoy en día, quienes deben refugiarse en el escondrijo más recóndito son los conservadores, los respetuosos de ciertas tradiciones, pues su presencia podría contaminar a la ingenua muchedumbre con el morbo más mortífero ¡La extrema derecha! No se arriesgue, a lo mejor por confesar que cree en Dios le tildan de fascista (aunque Mussolini era ateo).