La estocada final a la salud del país

La crisis por la falta de medicamentos e insumos es un problema que en el sistema de salud pública del Ecuador se ha venido arrastrando durante varios años. La pandemia del COVID-19 puso en evidencia una crisis preexistente que está visibilizándose en los actuales momentos como un detonante de una situación multifactorial, que se encuentra subestimada debido a la falsa creencia de que la falta de medicación hace referencia solamente al paracetamol —un analgésico básico para el alivio del dolor y control de la temperatura, básico y elemental en las unidades de salud—.

Indudablemente  no podríamos limitarnos solo a la falta de esta medicación, que vendría a ser la representación más básica que debería existir; el verdadero conflicto es que medicación indispensable y elemental para mantener con vida a nuestros pacientes escasea y que su falta puede llevar a estados de complicación e incluso al fallecimiento de nuestros pacientes.

Escasean medicamentos utilizados para el tratamiento de arritmias letales —atropina, adrenalina, noradrenalina— esenciales para enfermedades como el choque cardiogénico, anafiláctico, séptico e incluso el paro cardio-respiratorio; situaciones graves en las unidades de cuidados de pacientes críticos. Asimismo, es sumamente difícil adquirir anticonvulsivantes, incluso de forma particular, entre otros.

Es importante mencionar la falta de insumos elementales, como marcapasos transcutáneos, dispositivos bolsa mascarillas para brindar soporte complementario de oxígeno, catéteres centrales y para diálisis —indispensables y únicos para administración de medicación exclusiva por esta vías—, tubos torácicos y trampas de agua —que sirven para el tratamiento del neumotórax a tensión, hemotórax  masivo, neumotórax, patologías que se producen por heridas con arma blanca, heridas penetrantes, heridas por armas de fuego, contusión cardiaca y torácica en accidentes de tránsito—, y otros medicamentos esenciales como alteplase, que sirve para el tratamiento de evento cerebro vascular, infarto y embolia pulmonar —que junto a los accidentes de tránsito son la causa de muerte de incidencia más alta en nuestro país—. Además, es importante solo mencionar la escasez de medicación de nuestros pacientes crónicos, enfermedades catastróficas, raras y huérfanas, cuyo soporte y dotación están completamente amparados en la Constitución.

Seguiremos insistiendo que una propuesta para solucionar en parte el problema comienza en la integración de la historia clínica, el adecuado control epidemiológico de las principales enfermedades del país y su distribución geográfica y situacional —no es la misma la incidencia en hospitales de la Costa que en los hospitales de la capital—.

Es indispensable formar a los médicos y al personal de salud en la elaboración de protocolos institucionales apegados a la evidencia científica para integrar de esta forma los manejos de nuestros pacientes, y que la adquisición de medicamentos e insumos sea claramente justificada e individualizada, de acuerdo a las realidades de nuestros entornos. Esto optimizaría los costos de invertir en la capacitación del personal para integrarse en un mismo manejo y beneficiaría la operatividad  en  las unidades de salud del Ecuador.