La enfermedad sigue su curso

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

Miles de cubanos, mayoritariamente jóvenes, se lanzaron a las calles. Pedían libertad, medicamentos, atención médica adecuada, vacunas contra la Covid-19, y mejoras en las condiciones de vida. Como nunca antes, se manifestaron en contra del liderazgo del Partido Comunista y del gobierno. Las protestas se extendieron de un extremo a otro de la Isla. Los manifestantes eran de todos los estratos sociales.

Algo muy significativo, la célebre consigna “Patria o muerte” fue sustituida por otra: “Patria y vida”. Fue “la fiebre de la enfermedad”, la cual sigue su curso. Una enfermedad crónica de sesenta años. Una enfermedad sistémica, pues el régimen que prevalece en la Isla, en lugar de permitir el desarrollo de las fuerzas productivas, las frena.

Los dirigentes comunistas se enfrascaron en detenciones y golpizas, en ocultar las cifras de muertos y heridos, y en desplegar todo su aparato propagandístico. Más, tal y como van las cosas, muy costosa será la factura para la burocracia en el poder. Al embargo, no solo “bloqueo” norteamericano, pueden culparle de la tragedia.

Los dirigentes “puestos a dedo”, no pueden atender a los reclamos de libertad porque sería desaparecer como cabecillas de un sistema caduco. Su economía dependiente e improductiva no satisface las demandas más elementales de sus ciudadanos. Ya no pueden, como en tiempos del éxodo del Mariel, abrir la válvula a la “olla de presión” de las demandas sociales.

En efecto, esa “nueva clase” privilegiada y controladora, con sus actos devela su inepcia y el terror a las redes sociales. Los celulares han dado al traste con la histórica “propaganda revolucionaria” como un medio de contaminación masiva. Ahora los “trapos sucios” se lavan a la vista de todos.

Podrán apaciguar la fiebre, pero la enfermedad sigue su curso. Más temprano que tarde será terminal. ¿Cómo acabará? Difícil decirlo. La Historia tiene la palabra.

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