La comunicación de Lasso

A menudo se ha criticado a la comunicación oficial de la Presidencia de la República por ser blanda y poco asertiva, entre otras cosas. No es raro escuchar que algunos periodistas o conductores de programas televisivos aconsejen a los asesores del presidente ser más agresivos y contundentes a la hora de promocionar al primer mandatario.

Más allá de algunos aspectos muy puntuales, hay como discrepar con dicha postura por diferentes razones y más bien me parece que el trabajo que se ha hecho desde la SECOM hasta la fecha ha sido vital para que el presidente haya superado, prácticamente indemne, temas muy sensibles. 

Al Presidente se lo ha cuidado y blindado con mucha astucia y con una estrategia que más allá de las percepciones al fin y al cabo ha conseguido los objetivos establecidos.

El actual equipo comunicacional más bien ha tenido graves dificultades operacionales que radican, además de la falta de personal, en una muy tibia política pública por parte del Ejecutivo, lo que conlleva a que no hay nada que comunicar, pues se comunica lo que se hace. Es triste seguir escuchando a supuestos  expertos y profesionales de la comunicación que crean que la entrega de información estatal deba radicar en la mentira y la manipulación. Seguir este camino es fatal para cualquier gobierno, pues la gente sabe muy bien lo que pasa y ve si hay o no hay obra, más allá de lo que se comunique.

Así que, pese a las contadas iniciativas realizadas hasta hoy por el Ejecutivo, tal como la vacunación, no hubo prácticamente nada que contar; al contrario, la presidencia se ha vuelto blanco de ataques políticos que a pesar de ser muy bien orquestados no han logrado afectar a Lasso, quien más bien ha salido bien librado.

No olvidemos que el escándalo de los “Pandora Papers” en otros países inclusive cercanos ha significado un golpe muy duro a la credibilidad e imagen de diferentes mandatarios, pero en el caso de Ecuador la trama de los paraísos fiscales ha pasado a segundo plano y no ha afectado al mandatario. Esto representa, seguramente, un trabajo sigiloso y estratégico por parte de sus asesores.

Sobre la crisis carcelaria hubo muchísimos errores, pero estos son de total responsabilidad política de aquellos funcionarios que decidieron quedarse a una fiesta en lugar de atender directamente los incidentes de la Penitenciaría del Litoral para proporcionar  hechos reales que transmitir desde la SECOM, que de hecho ya está dando forma a una narrativa que está sosteniendo al Presidente de la República .

La única duda que queda con respecto a la comunicación es la conveniencia de no sacar más a menudo al presidente, su visibilidad y exposición se cree deba aumentar.

Diciembre serán sus meses más crueles. La crisis carcelaria es una bomba que le explotó entre las manos. Sus proyectos de leyes de carácter urgente, que se “digieren” en la Asamblea Nacional, han hecho que la oposición, hasta ahora tan fragmentada, encuentre más de un tema en que coincidir.

Pero la realidad va por delante. De lo que salga de este par de meses fatídicos depende su destino en Carondelet y de sus originales planes de gobierno. Los principios que dice sustentar le obligan a dar pasos difíciles o arriesgados, aunque le acusen de autoritario. Anteponiendo los hechos y la verdad a la ideología, al presidente Guillermo Lasso no le queda otro remedio que echar mano a los decretos de emergencia y, en lo adelante, gobernar con ellos.

¿Cómo logrará que la recuperación y el despegue de la economía sean palpables? ¿Cómo, en paralelo con el adecentamiento del costoso sistema de prisiones, otrora muy publicitado y elogiado? ¿Cómo pagar las deudas externa e interna, cobrar nuevos impuestos, implementar políticas sociales, una reforma laboral, controlar la corrupción y mantener la seguridad pública? ¿Cómo acabarán las negociaciones con el movimiento indígena?

Difícil decirlo. Todos estos frentes abiertos en medio de una crisis cuya solución no es de corto plazo. Una crisis sistémica que no se resuelve con “elaborar recetas fáciles” que podrían resultar un poco forzadas. Los ojos están puestos en la fórmula de Lasso para salir de este laberinto. ¿Gobernará siempre mediante decretos? ¿Lo hará mediante referendos? ¿Una nueva asamblea constituyente?

No se decide el porvenir de un gobierno, sino de toda una república. Se imponen el rigor y la transparencia, no sólo en el Ejecutivo, sino en el resto de los poderes del Estado, corresponsables de la crisis y de su solución. Hay que dejar atrás discursos vacíos, el frentismo y la violencia, el desorden, las contradicciones, los personalismos y los desvaríos. Buscamos firmeza en las respuestas, pero se requiere honestidad en las preguntas.