La Asamblea

La Asamblea tiene un bajo nivel de aceptación, y luego de su incapacidad manifiesta para aprobar, rechazar o archivar el famoso Proyecto de Ley de Reforma Tributaria, su desprestigio es mayúsculo, en particular del correísmo que ha pactado con el presidente Lasso para que mejore las condiciones de la celda que ocupa Jorge Glas o lo libere. ¿A qué otros acuerdos llegarían? Hay pactos políticos innombrables, aún, para abstenerse y cobrar el sueldo que paga el pueblo.

Con ese pacto, el Presidente de la República es el ganador y el correísmo es el gran perdedor ante la opinión pública; crecerá la antipatía cuando el pueblo comience a pagar los impuestos y soporte la subida de los precios de todo cuanto necesita, porque los comerciantes y empresarios trasladan el valor de lo que pagan al Estado, a los consumidores. ¿Acaso, en estos tiempos es un gran sueldo, ganar dos mil dólares mensuales?

En la Asamblea surgen voces para demandar la inconstitucionalidad de la Ley ante la Corte Constitucional. Si existe tanta inconformidad, lo expedito sería aplicar el último inciso del artículo 140 de la Constitución que dispone: “Cuando en el plazo señalado la Asamblea no apruebe, modifique o niegue el proyecto calificado de urgente en materia económica, la Presidenta o Presidente de la República lo promulgará como decreto-ley y ordenará su publicación en el Registro Oficial. La Asamblea Nacional podrá en cualquier tiempo modificarla o derogarla, con sujeción al trámite ordinario previsto en la Constitución”. Los inconformes deberán contar con los votos.

La crisis económica es de extrema gravedad, pero no es el Fondo Monetario Internacional el que debe imponer condiciones que perjudican al pueblo; en especial a la clase media aplastada desde arriba y desde abajo.