La Asamblea no es el camino

Una vez más, la Asamblea Nacional le dio la espalda al Ecuador y, por eso, la ley ya no es el camino.

El proyecto denominado Ley de Atracción de Inversiones, presentado por el Ejecutivo, fue archivado en el Legislativo; con ello se archivó también la escasa posibilidad que existía de promover una sintonía entre los poderes del Estado y gobernar de manera armónica.

El proyecto de ley contemplaba una serie de incentivos encaminados a promover la inversión privada a más largo plazo. Esto suponía derogar varias disposiciones, algunas que modificaban estructuralmente la economía del país e inclusive otras que se hicieron dirigidas a banqueros y a enemigos políticos de un expresidente. Todas se fraguaron durante la década más oscura de la historia reciente y estaban contenidas en varios cuerpos normativos. Por eso la Ley en cuestión, pretendía reformar: el Código Orgánico de la Producción, Comercio e Inversiones; Código Orgánico de la Economía Social de los Conocimientos; Código Orgánico Monetario y Financiero; Código Orgánico de Planificación y Finanzas Públicas; Ley de Régimen Tributario Interno; Ley Reformatoria para la Equidad Tributaria del Ecuador; Ley de Compañías.

El proyecto de ley habría creado algunas condiciones idóneas favorables para el desarrollo de la economía y, por ende, la mitigación de la pobreza en el país. Pero, evidentemente, la ley tampoco iba a cambiar la realidad inmediatamente, como con una varita mágica.

El debate político en torno a esta ley fue muy pobre, tanto así que se impusieron los discursos anquilosados de una izquierda caduca, alejada de la realidad, dirigida por militantes que lucran moral y económicamente de la pobreza de la mayoría de la gente; así como el liderazgo de las bancadas de improvisados que buscan réditos particulares e inmediatos.

Por eso, es momento de obviar a la Asamblea y no me refiero a su juego de la muerte cruzada; eso sería caer en su trampa. El arte de la política implica ser creativos y recursivos. Seguro es difícil gobernar en la cancha estrecha que ha marcado la Constitución y las leyes, pero quizás el Gobierno no ha visto aún que sí cuenta con un Ecuador de gente trabajadora y comprometida con la libertad que quiere sacar adelante al país. Es momento de incorporar a la sociedad civil, a los sectores que pueden generar empleo y acabar con el hambre y la angustia de los ecuatorianos. Para ello también habrá que honrar los acuerdos y compromisos con todos los sectores, escuchando las demandas de la ciudadanía.