La agonía

Pablo Granja

Toda muerte impacta y deja una huella de dolor, por eso se dice que “no hay muerto malo”, que sí los hay. Por lo general nos encontramos poco preparados para recibirla, por previsible que sea su inminente llegada. Duele más cuando quien expira ha sido testigo y guía de distintas generaciones, crítico de las circunstancias, apoyo de causas legítimas y cívicas. Y es más impactante aún, cuando el final se produce luego de sufrir una lenta e inmerecida agonía.

Y lo que es válido para las personas, ¡también lo es para las instituciones!

El diario El Comercio apareció por primera vez el 1 de enero de 1906, por el esfuerzo visionario de sus fundadores César y Carlos Mantilla Jácome, que con una máquina manual instalada en un garaje, con un personal compuesto por cuatro tipógrafos, un armador de planos y un prensista,  lanzaron su primera edición de 500 ejemplares. Así nacía lo que se convertiría en un prestigioso emporio de comunicación y referente noticioso nacional e internacional, que cubría todos los aspectos: informativo, investigativo, analítico, crítico, cultural, social, deportivo, entretenimiento, a través del vespertino Últimas Noticias y varias revistas impresas. Su espectro se amplió con la cadena Ecuadoradio, integrada por las Radio Quito y Radio Platinum; así como el Canal 8, hoy Ecuavisa, hasta que lo vendieron en 1989.

El Comercio registró diariamente cada confrontación interna e internacional; cada cambio de gobierno democrático y dictatorial; cada revuelta y asonada; cada lucha patriótica y cada exceso. Registrando y alertando, ha sido parte activa e influyente del acontecer público. Por sus páginas han desfilado todos quienes han ayudado a construir la nación, pero también quienes merecieron ser denunciados. Esta trayectoria se mantuvo durante la administración y dirección de Carlos y Jorge Mantilla Ortega, que la tercera y cuarta generaciones no pudieron sostener: el 12 de enero de 2015, una lacónica nota de prensa anunciaba la venta del 94,4% de las acciones a una empresa uruguaya controlada por el empresario de origen mexicano Ángel González, alias ‘El Fantasma’, llamado así por ser inaccesible a la prensa y adquirir los medios a través de interpuestas empresas o personas. En Ecuador poseería 13 medios de comunicación, entre frecuencias de radio y televisión, siendo El Comercio el primer periódico escrito que adquirió.

Martín Pallares, del Portal 4 Pelagatos, relata la supuesta y repudiable intervención de la ‘mano negra’ que ayudó a que Quito perdiera el referente más antiguo de la libertad de prensa; la misma mano que durante la ‘década abusiva’, aplicó la Ley Orgánica de Comunicación a cargo de la SUPERCOM, cuyo titular —finalmente juzgado, sentenciado y hoy prófugo de la justicia— consciente y deliberadamente adulteró el texto aprobado por la Asamblea Nacional, para emitir 477 sanciones a medios y periodistas, según datos de FUNDAMEDIOS; además de ordenar sendas investigaciones a los diarios El Universo, El Comercio, Hoy y La Hora.

La escuálida edición impresa actual, el magro contenido informativo y los justos reclamos de los empleados impagos desde hace meses, dejan al descubierto que al ‘Fantasma’, siendo extranjero, no le motivó el civismo, ni mantener en alto el estandarte de la libertad de expresión, sino los activos de la empresa. Por eso El Comercio agoniza, anunciando una muerte indigna a su trayectoria, que la memoria de sus fundadores, la ciudad de Quito y el país no se merecen.

[email protected]