Candidatos ‘woke’ o clásicos

Kléber Mantilla Cisneros

La frágil democracia en que vivimos, después de varias declaratorias de ‘Narco-Estado’ apesadumbrado, observamos una campaña política electoral de travesura. Entre lo virtual, por la carga sombría en los celulares buscando emociones, y un guión ominoso porque la competencia está polarizada en dos finalistas vaticinados, con tendencia a una demagogia vacía ya conocida: que mejorar la seguridad social, la educación financiera, las tecnologías sin barreras, el empleo juvenil, incentivos empresariales, mucho populismo, vestimentas y colorido. Pero, hasta ahora, sin desnudarse ante la crueldad del narcotráfico, la minería soberana y las lavanderías de dinero.

En el debate presidencial, quisiéramos escuchar a los aspirantes precisiones; como si fueran a ser fusilados, que nos cuenten si comen chaulafan chino o hamburguesa estadounidense, si viajaron alguna vez a Pekín, tienen fotos en la plaza Roja de Moscú o qué parque temático escogieron cuando fueron a Disneylandia. Es que en una estrategia de desinformación, mentiras y promesas falsas, cualquier dualidad cabe: abortistas versus pro vida; correistas impúdicos, descarados, cínicos, versus anticorreistas moralinos, tibios y aprovechadores; progresistas ‘woke’ versus conservadores clásicos; narcodictadorzuelos, estilo Maduro, versus demócratas en jaque y ultra-liberales, estilo Milei.

Esta noche, lo peor que puede suceder es que todos los candidatos se parezcan y no sepan ¿qué van a hacer con el líder de los Comandos de la Frontera; con Fito, los Choneros y la repoblación en Durán? ¿Con el narcotráfico en los puertos de Guayaquil, Manta y Machala? Y, si hablan de educación y banca, ¿cómo es que, hasta ahora, siguen rectores narco en universidades? Si hablan de salud y medicinas, ¿por qué a los contratistas del Estado, médicos y docentes, cubanos y venezolanos, aún no se los ha depurado? Y, si los procesos electorales anteriores fueron amañados con aportes narco, ¿por qué confiar ahora en la autoridad electoral? ¿No es como prorrogar al abogado narco y su combo en la Judicatura?

Frente a esta dura coyuntura, el arquitecto Jorge Ramón, ha propuesto crear la ciudad El Aromo, en Manabí y acabar el tránsito de narcoavionetas; el urbanismo planificado en las futuras paradas del Metro de Quito, con un nuevo Carondelet y cambiar la mala práctica de gobernanza, que destruye el comercio interno; un teleférico en el Panecillo, con réplica en más ciudades; y, retornar al turismo sustentable; el mercado agrícola de la Sierra Central. Varios proyectos futuristas en seguridad y generación de empleo, que abrazan la recuperación de la dignidad humana contra el narcotráfico y la violencia en territorios cooptados. Algo debatible, en serio, para que el país respire con vientos de esperanza.